domingo, 10 de noviembre de 2013

El verdadero alimento

El pasado siete de noviembre Albert Camus hubiera cumplido cien años, aunque no vivió ni la mitad de ellos porque un estúpido accidente de tráfico terminó con su vida a los cuarenta y siete años de edad. En estos días han aparecido varios artículos sobre él y su obra, y yo, como fiel admiradora, he leído algunos de ellos. Sólo algunos: confieso que el exceso de información, como de tantas otras cosas, me abruma. Entre los comentarios que he estado revisando, me ha llamado la atención algunas de las frases que escribió su hija para la introducción de un hermoso volumen, publicado el año pasado, donde se recogían fotos, cartas y recuerdos del autor francés nacido en Argel.



“Albert Camus no es un padre, pero mi padre es Albert Camus”: nada más lejos de  la realidad; al menos, a mi me lo parece. Camus representa para  mí eso, un padre, sobre todo recordando una de sus frases más famosas: “nadie puede morir en paz si no ha hecho todo lo posible para que los otros vivan” porque ¿qué es eso sino un padre? Un padre es  la persona que te cuida, que vigila tus pasos, que te deja caer porque te quiere libre y te ayuda a levantarte; eso es un padre: una persona que mira por ti, que te deja vivir. Alguien que no es perfecto, que tiene sus equivocaciones, una persona severa y estricta pero también “despierto y entusiasta” como dice su hija.


Camus casi no conoció a su padre, fue su madre la que luchó contra la miseria de su infancia. Él fue un padre con un compromiso ético, social y político enorme; pues si algo le caracteriza es, me parece, su capacidad de comprometerse con el mundo, amaba este mundo, quizás por eso tuvo hijos y por esa misma razón en las fotografías familiares siempre se le ve sonriente, con un brillo de felicidad en los ojos. Tal vez por eso su hija puede recordarlo con amor.


Catherine ha sido la que se ha encargado de todos los asuntos públicos referentes a su padre, pero con motivo del centenario su hermano mellizo, Jean, ha salido a la luz comentando algunas ideas y opiniones del escritor. Lo maravilloso de todo esto es que siendo Camus un excelente escritor, dramaturgo y filósofo (pese a que algunos lo duden) nos quedamos con la imagen de un padre, un hombre luminoso que ante todo buscaba la felicidad. Empujaba a la piscina a sus hijos aunque  no supieran nadar  porque sabían que tenían miedo pero: “lo que da valor al viaje es el miedo. El viaje quiebra en nosotros una especie de decorado interior […] Pero  asimismo, al sentir nuestra alma enferma, le otorgamos a cada ser, a cada objeto, su valor de milagro”


Camus siempre será especial, siempre se mantuvo firme ante la vida, siempre supo salir adelante y eso también lo hace un padre, porque debe enfrentarse a sus miedos, muchas veces no sabe, otras duda, pero siempre seguirá un camino luminoso.




Un padre siempre intentará darle a su hijo lo mejor pero también que este esté contento con eso que se le ofrece. Por eso, una manzana caramelizada porque es sana para el padre y atractiva y dulce para el hijo.



10 comentarios:

Anónimo dijo...

Camus es uno de mis autores favoritos, pero nunca se me habría ocurrido presentarlo como padre. Me ha encantado la entrada. Felicidades

deliciosidades dijo...

¿Pareceré demasiado mundano si dejo de lado a Camus y me centro exclusivamente en mi admiración por esas manzanas caramelizadas? En mi descargo podría añadir que las manzanas caramelizadas, y más concretamente ese primer bocado que atraviesa el caramelo y la superficie de la manzana, que rompe la frontera entre el dulzor empalagoso del caramelo y la acidez habitual de las manzanas, tienen para mi algo de Proust y de viaje sentimental a una infancia recordada casi siempre como feliz.

Preciosa entrada.

Mayte dijo...

Camus, tanto lo amamos...tantos...sus letras me inspiraron desde siempre, de muy joven a volar más allá de lo obvio y me encanta que compartas esas frases de su hija...este domingo pasaron ya tres años de ausencia del mío, el mejor para mi, un tipazo. Gracias por estas manzanas...por tanta belleza.

Beso.

Anónimo dijo...

No soy una gran lectora, pero Camus se encuentra entre mis favoritos. Has elegido una perspectiva original para presentarlo; pero lo que me parecen deliciosas son las manzanas que has hecho con tanto colorido: un toque de alegría en nuestras vidas un poco grises. Gracias por la entrada: me ha animado.

Sònia de Entre Harinas dijo...

Camus, nunca lo había visto como un padre. Sí como al alumno que gracias a una madre coraje y a un profesor único, que supo sacar el brillo del que hubiera sido un niño pobre, acabó siendo un Nobel. Ese bien, la educación que por desgracia sigue siendo más que nunca de actualidad. Gracias por la entrada Linda y por las manzanas, lucen preciosas.

Kako dijo...

Que linda descripción de Camus, gran escritor, tengo todos sus libros y soy también una admiradora de este fallecido escritor.
Conoces a Scout Niblett, creo que te gustará.
Exquisitas las manzanas, un abrazo!

Judith dijo...

preciosa foto Linda!!!! besitos

margot dijo...

Hola preciosa, me ha gustado mucho como has hablado de Camús,
Yo de niña comía manzana de caramelo en la feria, me has llevado al pasado con esta historia tan bella.
Mil besos

Catypol dijo...

Es el "dulce de feria" que más me gusta y si rico para el padre y para el hijo, y esta me apetece mucho.
Un besito

Manuel Durán dijo...

Deliciosas.

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