domingo, 27 de noviembre de 2011

Una sutileza más


Deseando amar, más conocida como In the mood for love es una película de de Wong Kar Wei del año 2000 ganadora de varios premios en el Festival de Cannes.

La película está centrada en el Hong Kong de los años 60. Un hombre y una mujer son vecinos de habitación y ambos comparten una circunstancia personal muy parecida. Él es redactor jefe; ella, secretaria. Se encuentran y se hacen amigos, mientras que nosotros somos espectadores de idas y venidas de café y charlas ambigüas. Las escenas de la película se repiten, se mezclan los días y nos parece que todos son iguales, que siempre vemos la misma imagen: ella con su pequeño termo baja a comprar una sopa preparada, se cruzan en la escalera, él que tiene siempre el periódico bajo el brazo.

La sutileza inunda el largometraje: lo importante es lo que no se cuenta; el espectador tiene todo el tiempo que necesita para averiguar qué sucede, qué se esconde en esa relación, mientras, gracias a la maestría de Kar Wei, podemos recrearnos en la belleza que todo lo rodea: los escenarios, el ambiente, los decorados, el vestuario y los actores; sobre todo la impresionante Maggie Cheung que hipnotiza con solo mirarla.


Por supuesto, y como nos suele tener acostumbrados este director, la belleza también llega a nuestros oídos con una maravillosa banda sonora y especialmente con algunos temas como  Yumenji’s Theme, mientras que los personajes se mueven a cámara lenta…una celebración para los sentidos.

Otra sutileza, por eso, porque lo interesante es lo que no se cuenta, porque lo hermoso es lo que no se dice,  ¿quién adivina los ingredientes de esta sopa?. La receta nos parece sutil porque no llegamos a vislumbrar cuales son los ingredientes, se trata de un secreto, un secreto “A VOCES”; como en la película, el espectador tiene vía libre para intuir, para percibir cual es la realidad. Tenéis todo una semana para descubrirlo y son solo dos ingredientes los que se utilizan en esta sencilla y deliciosa sopa china. ¿Alguien se atreve?

viernes, 11 de noviembre de 2011

La dieta de la belleza

 (Scroll dawn for English version)

He estado leyendo estos días un libro de Hugo Ball llamado La huida del tiempo (un diario). Ball es reconocido como el fundador del movimiento dadaísta y del mítico Cabaret Voltaire. El artista nació en Alemania,  donde estudió filosofía y sociología además de actuar en algunos teatros de Berlín. Cuando estalló la I Guerra Mundial huyó a Zurich donde fundo el Cabaret Voltaire, centro neurálgico del movimiento dadaísta.



Las reflexiones de Ball en este diario son muy interesantes. Yo he encontrado algunas que me han llamado poderosamente la atención. Se refiere continuamente a los artistas, al arte, al papel que ambos juegan en una época de barbarie como la que le tocó vivir: “El secreto del artista reside en el temor y en el respeto. Nuestra época lo ha convertido en miedo y horror”. Sigue:  “En una época como la nuestra, en la que los hombres se ven asaltados a diario por las cosas más monstruosas, sin que se pueda tomar conciencia de las impresiones, en una época así, la producción estética se convierte en dieta” LA DIETA DE LA BELLEZA.

Buscamos la belleza, en época de dificultad y de amargura, cuando todo está perdido, cuando no hallamos salida, cuando todo se desintegra y se derrumba ante nuestros ojos; entonces es cuando más nos hace falta LA DIETA DE LA BELLEZA. Vivir de ella, alimentarnos de ella, de los colores, de los tonos, del aspecto de las cosas “bonitas” de las realidades hermosas… Estos roscos y palitos de colores podrían ser una opción porque hay momentos en que también necesitamos alimentarnos de la belleza.

Como decía Ball vivió una época dura, sin embargo, ni permaneció pasivo ni se quedó en un mismo sitio, sino que supo cambiar y seguir buscando. El dadaísmo dejó de interesarle como sistema expresivo, pero no se detuvo y aunque convocado al fracasó por su época, siguió adelante buscando esa belleza que permanece siempre como horizonte. De la misma manera, nosotros podemos permanecer inamovibles en nuestros gustos culinarios: acabar siempre con las mismas croquetas o con la misma carne. Pero a nosotros también nos han tocado tiempos difíciles y permanecer abiertos a nuevas experiencias-también en la cocina-nos dará ese aire que necesitamos para vivir. De pequeños quizás no soportábamos las espinacas que hoy nos encantan, o tal vez destetábamos  aquel pescado que hoy nos parece delicioso, ¿y mañana?
Gracias a Katie Stearns por la traducción.