sábado, 20 de abril de 2013

Pies para volar






Hace algunos años, allá por el 2005 llegó a mis manos un disco que se convirtió en una de las revelaciones de ese momento y en uno de los que no me canso de escuchar. I’m a bird now supuso una conmoción, fue aclamado por la crítica y fue además un éxito de ventas, aunque siempre tuvo detractores. El responsable de todo esto,  Anthony Hegarty, marcado por su adolescencia, es tan peculiar como su música y refleja con su creatividad y sensibilidad los momentos pasados. 

Hegarty nació en el Reino Unido, pero ha vivido en Holanda, California y Nueva York donde se relacionó con artistas como Rufus Wainwright, Devendra Banhart y Joan as Police Woman y con todos ellos ha colaborado profesionalmente. La música de Anthony nos habla del dolor y la muerte, muchas de sus melodías son estremecedoras  como Man is the baby o la que os traigo hoy, Bird Ghul


Es muy fácil identificarse con sus letras, sentirte protagonista de ellas;  curiosamente, tienen un significado universal precisamente porque nos habla de su propia vida, de sus sentimientos, problemas y preocupaciones. Siempre acompañado por su piano, junto al que espera a alguien que le cuide cuando muera. 

La protagonista de Bird Ghul es una chica que busca sus alas, tiene su corazón en la manos y está buscando sus alas, nace y va al cielo  porque es una chica ave y ella puede volar. Por eso si le nacen alas, si vuela, sus pies no se hicieron sólo para caminar, sino para impulsarla a lo más alto.

Para volar necesitamos ir “ligeros de equipaje”, ser fuertes, ágiles, livianos y  continuar  volando, agitando nuestra alas como la victoria del Louvre,  contra  viento y marea. Por eso la receta de hoy es puro aire, un suspiro, un “soplo”, un viento. Nada mejor que una mousse, que nos recuerda a las nubes y son un bocado de cielo porque si queremos volar, ¿no deberíamos alimentarnos con la ligereza del aire? Una textura sutil y etérea que se deshace en la boca pero que mantiene su sabor y su fuerza para seguir volando, sin prisas pero sin pausas. 


I am a bird girl now
I've got my heart
Here in my hands now
I've been searching
For my wings some time
I'm gonna be born
Into soon the sky
'Cause I'm a bird girl
And the bird girls go to heaven
I'm a bird girl
And the bird girls can fly
Bird girls can fly

domingo, 14 de abril de 2013

Los tironazos de abril






Te pido una cosa sólo:
que me saques de mí
a la hermosura que me rodea
estos días de abril.
Ábreme la ventana
a estos tironazos de abril
que rompen mis cadenas
y me sacan a la libertad
de esta hermosura. Dime
si son lo mismo  libertad
y hermosura.


José Antonio Muñoz Rojas es uno de esos poetas que siempre están en mi mesilla de noche, en mi recuerdo y en mi corazón.

Nació en Antequera  en 1909 y le  faltaron once días para cumplir cien años: murió  en septiembre del 2009.  Por su edad, sus estudios y trayectoria vital  vio pasar muchos estilos poéticos sin inmutarse, impávido con su sencilla y cotidiana poesía, hablando de la grandeza de las pequeñas cosas.

Siempre derrochó sobriedad en su escritura: Las cosas del campo, La voz que me llama, Abril del alma y Oscuridad adentro son algunas de sus obras más conocidas. En todas ellas nos enseña a  asombrarnos y disfrutar de aquello que nos rodea.

La poesía que he reproducido al principio me parece una de las mejores formas de pintar abril y lo que nos trae: belleza, luz, libertad, azahar en las calles ensanchando nuestra realidad; abril inaugura la primavera, es  una explosión de la vida: ¿rompemos las cadenas?

Me gusta su poesía despojada de todo artificio, su manera de orientarnos, de conducirnos a la belleza, a la grandeza de la naturaleza, para apreciar los contrastes de abril, sus tironazos. Nos sostiene haciéndonos mirar siempre algo hermoso, lo que merece la pena: estamos y nos sentimos vivos, podemos comprender y disfrutar de los pequeños detalles, de las pequeñas historias.

Como la receta, este poema con sus pocas y simples palabras nos demuestra que no son necesarias las cosas grandes para rendirnos, para entregarnos a la vida, que con unos pocos ingredientes podemos hallar ese pequeño detalle que la haga brillar. Como el poema, la receta es una sencilla invitación a dejarnos llevar a disfrutar de todo lo que abril pone como un don ante nosotros.

Guíame y “dime si no es lo  mismo libertad y hermosura”. Por eso, no  me resisto a dejar aquí otro de sus maravillosos poemas  incluido en su libro Objetos perdidos.

Señor que me has perdido las gafas,
por qué no me las encuentras?
me paso la vida buscándomelas
y tú siempre perdiéndomelas.
Me has traído al mundo para esto,
para pasarme la vida buscando unas gafas
que están siempre perdiéndoseme?
Para que aparezca este tonto
que está siempre perdiendo sus gafas,
porque tú eres, Señor, el que me la pierde
y me haces ir por la vida a trompicones,
y nos das unos ojos y nos pierdes las gafas,
y así vamos por el mundo con unas gafas
que nos pierdes y unos ojos que nos das,
dando trompicones, buscando unas gafas
que nos pierdes y unos ojos que no sirven.
y no vemos, Señor, no vemos
no vemos, Señor. 





domingo, 7 de abril de 2013

Sentada, mirando la vida pasar


Sentada, viendo la vida pasar como James Stewart en La ventana indiscreta, la película de Hitchcock de 1954 que fue nominada a cuatro Oscars y no consiguió ninguno; siempre nominada pero sin ningún premio que celebrar.

Mirando la vida pasar desde el objetivo de su cámara fotográfica, intentando buscarle un sentido a la existencia, tratando de ver desde otro prisma, sólo cosas hermosas que regalar.

Tumbada, mirando los días pasar, contando las mañanas, siempre calculando los días saltar, como James Stewart y su última e inolvidable semana, deseando que pasen los mañanas y largarse de aquí a por más.


Sentada, observando la vida pasar, en un mar de dudas como James Stewart con Grace Kelly, desconfiando de todo, lleno de inseguridades y sospechas mientras mira la vida pasar.

                            
 
Tú no quieres quedarte y yo me quiero ir. ¿Crees que alguno de nosotros podrá cambiar?    



Sentada, escribiendo la vida pasar, imaginando historias como James Stewart la de sus vecinos, mientras te miras a ti mismo caminar.
 
Sentada, mirando la vida pasar, en esta rutina diaria, con cuidados y sin vida; dejando todo girar.



Sentada, mirando la vida pasar, pero a diferencia de James Stewart, sin nadie que me prepare mi comida favorita para cenar. Un pan de especias agridulce, como la vida, mientras la veo pasar.