jueves, 23 de septiembre de 2010

Los colores del otoño



Cy Twombly es un pintor y escultor estadounidense aún vivo e identificado como representante del expresionismo abstracto. Estudió arte en Boston y Nueva York ciudad en la que conoció a Motherwell y Franz Kline. Compartió estudio con Rauschenberg y muy pronto se marchó a Roma (allí reside aún), un lugar que ha marcado su pintura en relación a los mitos y tradiciones de la Antigüedad, por eso, desde que se instaló allí, su pintura se vuelve más original, incluso hay quienes consideran que abandona el expresionismo abstracto y comienza a nutrirse de la poesía, la mitología y la historia.
 

Me apasiona de Twombly su estilo caligráfico y la mezcla de dibujo y pintura  donde expresa muchas cosas de una forma sutil y delicada. Una de las primeras obras suyas que pude contemplar es esta de la que os voy a hablar y desde que la descubrí estoy prendada de su pintura.




Después he tenido la suerte de ver muchos de sus otros lienzos y esculturas (por ejemplo, muy cerca, en el Guggenheim de Bilbao hay una espléndida serie sobre Cómodo ) y siempre siento una atracción magnética hacia su obra.

Durante el verano del 2008 disfruté de un viaje a Londres, allí por primera vez se exponían dos de los ciclos más importantes del artista dedicados a “Las Cuatro Estaciones” para celebrar su 80 cumpleaños. Cada ciclo está formado por cuatro enormes lienzos sobre cada una de las estaciones y todos son maravillosos; mi preferido, el otoño.
Con una simples pinceladas, borrones y con una maestría inigualable Twombly nos habla de la vendimia, de las ciruelas, del viento y la lluvia que nos trae el otoño, de la melancolía y la nostalgia; de la muerte, de la caída pero también de la vida y el resurgimiento; de la resurrección. ¿Acaso no bebemos el vino una vez las uvas han muerto?

Twombly pintó estos lienzos en Bassano  para celebrar el festival del vino; por eso, también encontramos referencias a Baco y su sátiro Sileno. Celebremos la fiesta del vino porque nuestra vida también está sujeta a los ciclos y el otoño no tiene porqué ser el principio del fin sino que puede ser el comienzo de la felicidad.

sábado, 11 de septiembre de 2010

People married*


Dos en la carretera

Dos en la carretera (entrad aquí para ver el trailer) es una película de 1967 sobre la relación de un matrimonio formado por Mark (Albert Finney) y Joanna (Audrey Hepburn) dirigida por Stanley Donen. Durante 111 minutos podemos disfrutar de la originalidad y brillantez de esta cinta a través de una concepción poética de  la narración y una brillante banda sonora de Henry Mancini .

Básicamente la película cuenta una historia de amor a través de saltos en el tiempo (un gesto u objeto, como el pasaporte de Mark, sirve para enlazar episodios, además de alegoría), desde que la pareja se conoce hasta el momento máximo de crisis o degeneración y todo ello siempre en carretera, por esto, se la ha querido encasillar en el género “road movie” aunque no parece del todo apropiado puesto que aquí se relatan cinco viajes. Estrictamente la “road movie” cuenta un viaje que cambia la vida de quien lo realiza, con un desarrollo pormenorizado del itinerario, algo que aquí no ocurre.

La idea de esta historia es producto de la mente del guionista Frederic Raphaele (quien después trabajaría para Stanley Kubrik en Eyes Wide Shut, otra historia de una pareja...) durante los viajes que realizaba con su mujer por el sur de Francia.

Se trata de una construcción narrativa muy interesante, pues hablamos de la inexorabilidad del tiempo; los protagonistas recorren los mismos lugares pero ellos sufren cambios de todo tipo: físicos, morales, sociales... Por ejemplo, Autrey Hepburn sufre un radical cambio de imagen durante el rodaje, además deja de colaborar con su admirado Hubert de Givenchy para lucir vestidos tan espectaculares y propios de la época como este que aparece en la foto de Paco Rabanne.

En el plano gastronómico nos permite hacer una reflexión: muchas veces un bocadillo, un trozo de “baguette” con lo que encontremos a mano puede resultarnos mucho más sabroso y agradable que una cena en el mejor restaurante del mundo según la guía Michelín. ¿Cómo? Con dosis de entusiasmo por la vida, aceptando los cambios que esta nos ofrece y por supuesto, siempre, en la compañía adecuada.

Dos en la carretera (originalmente Two for the road) ganó la Concha de Oro a la mejor película en el Festival de San Sebastián de 1967 y es mi película favorita, la adoro. Espero que os guste también.
 


* Albert Finney: ¿Qué clase de personas pasan horas juntos sin tener nada que decirse? 
Audrey Hepburn: Los matrimonios. 
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Audrey Hepburn: No parecen muy felices. 
Albert Finney: ¿Por qué iban a parecerlo? Acaban de casarse.