domingo, 17 de febrero de 2013

Apuesto por lo mejor


Stupeur et tremblements (Estupor y temblores) es una novela autobiográfica de Amélie Nothomb.  La escritora es de ascendencia belga aunque nació en Japón por la profesión de su padre, embajador, no sólo de Japón, sino también de Estados Unidos, Laos, Birmania…Por eso Nothomb es una mujer que se ha a sí misma, que ha pasado por diferentes culturas y eso es algo evidente en sus novelas.

Su infancia transcurrió en el país nipón, pero con diecisiete años se marcha a Bélgica para estudiar filología románica. Su estancia no le resultó satisfactoria satisfactoria y cuando termina los estudios regresa a Japón para trabajar.  Esa experiencia, la de su vuelta al país oriental es la que recrea en la novela de la que hoy hablamos.

Amélie entra a trabajar en una gran empresa internacional japonesa llamada Yumimoto; lo hace consciente de su suerte, contenta y feliz de lo que ha conseguido. Estas sensaciones cambiarán rápidamente cuando comience a descubrir la indiosincracia japonesa. El libro está lleno de anécdotas con las que podemos darnos cuenta del “verdadero” espíritu japonés: el esfuerzo, el trabajo, la seriedad y la inflexibilidad. Amélie se da cuenta que tiene que llegar a sus jefes llena de “stupeur et tremblements” como el emperador exigía a sus súbditos que se presentaran ante él.

La protagonista, de esta manera, se convierte en una chica sumisa, llena de miedos; se da cuenta de la importancia que el trabajo tiene para los japoneses, nunca es suficiente; las horas de dedicación, las tareas y el trabajo. Tanta es la presión laboral que llega incluso a probar un chocolate blanco con sabor a melón, que en principio le repugnaba, una especialidad de Hokkaido  que le “obliga” a tomar uno de sus jefes, el señor Omochi. Ahí nos damos del modelo cultural japonés que prioriza el trabajo sobre el resto de la existencia humana. Los seres humanos  nos enfrentamos al trabajo como humanización o deshumanización; una obligación de la que debemos librarnos o algo relativo que nos hace personas. Algo parecido sucede con la cocina: puede ser una tediosa obligación o un placer que nos relaja y realiza. En ambos casos puede que no haya contradicción sino que los vivamos de una forma u otra dependiendo de la situación. En la cocina se pueden pasar ratos maravillosos pero cuando se convierte en una obligación  sin vocación puede convertirse en una tortura. El trabajo debería servir para hacernos felices, no para esclavizarnos, de la misma manera, la cocina debería divertirnos.
Mi receta de hoy no es una obligación, no la impongo; ofrezco una posibilidad ante este relato, como algo que puede hacernos pasar un buen rato haciéndola y después compartiéndola.  Apuesto por la cocina como algo que nos hace mejores.


16 comentarios:

Chef Aprendiz dijo...

Este post es toda una interrogación, como una de sus fotografías. Me ha encantado, Linda. Felicidades.

Elena - delicious stories dijo...

Aunque conozco a esta autora nunca he leído una obra suya. No sé, no me ha convencido mucho, pero leyendo tu reseña me has despertado las ganas. He estado en Japón y aunque me fascina su cultura y su sentido de la estética, reconozco que no es un país fácil para un occidental. Son tan diferentes, para bien y para mal, que yo no sé si podría resistir allí demasiado tiempo. Buscaré este libro, gracias por compartirlo con nosotros.

Sònia dijo...

Uno de mis libros preferidos y también una de las autoras que voy siguiendo. Muchas gracias por compartir el roscón de melón y una tan buena crítica de lectura. Tu blog es maravilloso Linda. No me canso nunca.

Catypol dijo...

Gracias por descubrirme no sólo la receta, el melón en el bizcocho me ha sorprendido mucho, sino también a esta autora, y tus palabras tan acertadas como siempre.
Besos

M. Ángeles (Secocina) dijo...

Coincido en todo lo que dices sobre la cocina. Cocinar puede ser algo más que llenar el estómago y merece la pena. Me apunto el libro, parece muy interesante.
Un abrazo

antonia dijo...

Qué sustancioso este post!! desde lo original que es la receta, al libro que nos propones, que me parece interesantísimo y la reflexión sobre hacer las cosas como obligación...

Manuel Durán dijo...

En cuanto a chocolate yo prefiero el negro pero el melón me encanta, y la verdad es que el roscón parece que está diciendo:"cómeme".

Susana Rodríguez dijo...

nunca dejo de sorprenderme con estas fantásticas recetas

Mayte dijo...

Una delicia disfrutar de cada nueva entrada, sin imposiciones, apostando por lo mejor en todo sentido, estético, culinario, pero sobre todo lleno de mucha belleza!

Besos.

AllColorsAreBeautiful dijo...

Me parece súper interesante el libro, lo buscaré, porque en mi pequeñísima experiencia de trabajo en Japón pude casi percibir esa relación tan especial que cuenta la autora de los japoneses con el trabajo... claro que yo iba con españoles y además íbamos aleccionados sobre pequeños giros en las maneras de comportarnos, de movernos entre ellos para no meter la pata....

AllColorsAreBeautiful dijo...

Ah, sí! Igual que la autora yo tendría que hacer un esfuerzo por probar tu rosco (aunque al final lo probaría porque la pinta es imponente) porque el chocolate blanco no me gusta nada, nada....

Coses de Llàbiro dijo...

Repostería con melón, igual es la primera receta que veo. Sólo he probado una receta, un dulce japonés.
Besos.

Mónica López dijo...

Un roscón delicioso.
Besos

Unknown dijo...

Muy interesante el blog. Me ha sorprendido sobre todo la calidad de las fotos. ¿Son tuyas?

fresaypimienta dijo...

Que original este roscón de melón, una gran idea combinarlo con el chocolate blanco! un besito

Ernestina Causse dijo...

Muchas gracias a todos. A la pregunta de Manuel, sí señor, mías. Un beso

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