Muchas veces la música nos
recuerda otra obra de arte, alguna pintura; hay lienzos que nos traen a la
mente alguna melodía, algún sonido, y nos dejamos envolver hasta que vivimos un
momento especial pensando que llegamos a entender algo. Alguien dijo de Agnes
Martin que era “el equivalente visual al más perfecto sonido”. ¿Puede ser la lluvia al caer el más perfecto
sonido? ¿Puede ser esta lluvia la cadencia que nos arropa? ¿Puede un pintura
condensar todo esto?
La imagen que os presento
es una obra titula This rain-Esta
lluvia- de la artista estadounidense (de origen canadiense) Agnes Martin
(1912-2004). No sé qué os parece, pero creo que en su simplicidad tiene mucho oculto.
Si además te adentras en la vida de esta apasionante mujer, podrás descubrir
otras muchas cosas.
Desde los primeros años de
su vida Martin fue una mujer austera; se crio en una granja y allí aprendió a
vivir con lo imprescindible y eso fue lo que hizo durante toda su vida, también
en su etapa adulta en Nuevo México. Supongo que eso se refleja en sus obras y,
por supuesto, es lo que me apasiona de su trabajo.
Pero no fue sólo una mujer
sobria, si no que también estuvo apunto de formar parte del equipo olímpico candiense
de natación, tuvo varias relaciones con
mujeres artistas y padeció una enfermedad mental, tal vez esquizofrenia, que le
hizo sufrir continuos cambios de humor, como en una montaña rusa.
En cualquier caso, hay dos cosas que verdaderamente me han
atraído de ella: su lucidez y su
capacidad de enfrentarse a los miedos, de superarse, de poder con los límites;
algo que demostró trabajando hasta el final de sus días, incluso si para ello
hacía falta modificar el tamaño de sus lienzos.
Algunas de sus frases como “la belleza es la respuesta a la vida” o “Mis pinturas no tienen objetos, ni espacio, ni tiempo, ni
nada. No hay formas. Sólo hay luz, claridad”
Y es
cierto, sólo luz, claridad, tanta que había dificultad en la impresión de sus
trabajos, una de las razones que se esgrimen para justificar su menor
relevancia en comparación con otros artistas de su época, como mi querido Cy
Twombly, Rothko o Pollock.
El
domingo once de octubre se ha clausurado una exposición sobre toda su obra en
la Tate Gallery de Londres (merece la pena que os acerquéis un poco a ella) y me ha parecido una estupenda excusa
para traerla aquí.
Os
dejo con dos de sus obras: This rain
y Rain; quizás os cueste verla en la
pantalla. Sus colores son apagados, sus líneas siempre rectas (abandonó la
curva muy pronto) y la simplicidad de su estética nos recuerda al budismo zen,
a los jardines de arena cuya esencia parece ser la búsqueda de nada
inalcanzable.
Algunos piensan que Agnes Martin es una
expresionista abstracta, no sé si porque nació el mismo año que Pollock. Sin
embargo, su obra tiene tanta personalidad—y eso incluye un exceso de
diferencia—que sobrepasa cualquier intento de clasificación. La búsqueda de lo
esencial, de lo que nos basta, recorre su obra como un relámpago poniéndonos
delante de nuestros propios excesos. En la entrada a un templo budista
japonés—no olvidemos que la pintora estudió el budismo, el cristianismo, a
Gertrude Stein y a Santa Teresa—hay una inscripción que podía ser el lema de su
obra: “Aprende cuánto es suficiente”. Ir a lo esencial supone un gran esfuerzo
y una gran alegría, porque los excesos no sólo son fáciles, sino aburridos.
Lo esencial, como estas verduras
asadas, en contraste con los colores de Martin, pero lo suficiente para
alegrarnos un día de lluvia como este.