Dejar de escribir. Dejar de cocinar. He dejado de escribir
y he dejado de cocinar para el blog. De todos modos es verdad que he seguido
escribiendo, aquí—para Comida’s—, aquí en Vísperas, en mi trabajo y para mí; pero he dejado de
escribir para el blog. También es verdad que he seguido cocinando, aunque
mínimamente, para alimentarme. No he tenido ganas de escribir ni de cocinar.
Quizás mi vida ha cambiado y sigue cambiando mucho o, a lo mejor, me he
cansado.
El otro día, de repente, me descubrí una bartleby, como dice mi querido
Vila-Matas, ahora de actualidad por su premio (os recomiendo que leáis su maravilloso discurso)
en la Feria Internacional del Libro: “seres en que habita una profunda negación
del mundo”. Por supuesto, ese adjetivo—bartleby—procede
del famoso libro de Melville, uno de los primeros que comenté en este blog, Bartleby,
el escribiente; siempre repetía: “preferiría no hacerlo” cuando se le
demandaba alguna tarea.
Pues yo preferiría no hacerlo: preferiría no
escribir, preferiría no cocinar, aunque, como podéis ver, sigo haciéndolo y no
sé muy bien por qué. Supongo que lo necesito: me hace reflexionar y pensar
sobre lo que me pasa, sobre lo que soy.
Soy una mujer que acaba de cumplir años, una mujer
que trabaja, que intenta hacer cosas que le gustan, que corre, que hace
deporte, mucho deporte, que lee mucho y que, al final, escribe, cocina y, sin
embargo, prefería no hacerlo.
Quizás preferiría no hacer ninguna receta y por eso
os dejo ésta que, como estas palabras, quieren hacer verdad de alguna forma la
frase de Bartleby.