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Paul Cézanne es considerado hoy el padre del arte contemporáneo aunque, como suele pasar, durante su vida en su época no fue reconocido como tal. Hombre valiente, Cézanne dejó sus estudios de derecho para dedicarse a la pintura y digo bien, porque en sus obras podemos observar la primacía del color sobre los volúmenes. Éstos son simplificados y yuxtapone colores planos en tres formas simples: esfera, cono y cilindro.
Cézanne comenzó su carrera exponiendo con los impresionistas aunque rápidamente se interesó por ciertos problemas técnicos que le hicieron abandonar París y sus salones (tenía independencia económica, se lo podía permitir) Estuvo interesado durante toda su vida para conseguir un ideal de perfección artística.
Cézanne fue, como he dicho, un hombre valiente pues tuvo el coraje de abandonar los procedimientos tradicionales en pintura, los que triunfaban en los salones parisinos y en la academia, y buscó nuevos caminos para mostrarnos el mundo: nos mostró la profundidad y el color juntos sin abandonar la composición. Todos los grandes artistas de la Historia del Arte han necesitado valor, pues lo nuevo siempre lleva consigo la polémica, por ello es necesaria la valentía para mantenerse firme y constante en la búsqueda de la belleza que por otro lado siempre es nueva.
No es de extrañar que algunos de la obras célebres, como este bodegón de manzanas, fueran considerados auténticos mamarrachos, obras exentas de estilo y valor porque aquellos críticos solo apreciaban lo que ya conocían y sus prejuicios los hacían insensible, a lo nuevo, a lo hermoso.
Las manzanas de esta pintura son simples, están colocadas encima de una mesa y tiene un plato a su lado; el fondo es alegre y colorido. Si cerramos los ojos todos podríamos ver la escena descrita, en cambio, nunca podríamos volver a rememorar el sabor de esas sabrosas piezas de fruta. El gusto es uno de los sentidos que más recuerdos nos despierta, uno de los que más nos hace disfrutar y también el que más nos cuesta activar junto con el olfato. Quizás por eso me atraigan tanto los buenos sabores y olores, que identifico con algo y son tan difíciles de evocar y revivir; quizás por eso, los llego a relacionar con estados de ánimos, etapas de la vida o momentos especiales… Quizás por esa razón el sabor y el olor a canela en esta sencilla elaboración siempre me va a recordar al extravío de un niño que buscaba un sueño de canela en las primeras noches de otoño.
Gracias a Katie Stearns por la traducción al inglés.