Hace ya unas dos o tres semanas que terminé de leer La infancia de Jesús, la nueva novela de
Coetzee, que prácticamente me bebí en un día; no es ningún mérito, no es muy
extensa.
Podría haber escrito algo sobre ella en ese momento, pero es un relato que te obliga a rumiarlo, a deshacerlo en la boca suavemente para adivinar los matices de los sabores, para sacar en claro todos sus ingredientes.
Podría haber escrito algo sobre ella en ese momento, pero es un relato que te obliga a rumiarlo, a deshacerlo en la boca suavemente para adivinar los matices de los sabores, para sacar en claro todos sus ingredientes.
Porque La infancia de Jesús es un misterio, una inquietud; nos llegamos a plantear incluso si es o no una novela. Y nos hacemos muchas preguntas: ¿de dónde vienen los personajes? ¿A dónde van? ¿Buscan algo? ¿Tienen algún objetivo? ¿Alguna meta? Y ¿por qué La infancia de Jesús? El protagonista del libro se llama David, entonces, ¿para qué aparece ese nombre? Debemos pensar en la intención del autor al titular, ¿quiere gastarnos una broma o despistarnos? ¿Es una estrategia más para que el libro nos resulte inquietante? ¿Hay algo oculto en él?
La obra me parece fría y gris, los personajes
son autómatas que deben "estar limpios de recuerdos" y me parece triste,
en parte, porque somos nuestra memoria y sin ella creo que podemos
desorientarnos y perdernos. Los sentimientos casi no se expresan y todo está
mecanizado, la gente hace lo que se supone que tiene que hacer, sin cuestionar
nada. En cambio, también se dice que vivir es "lo más grande".
Vivir es "lo más grande" y por eso
precisamente, supongo, continúa la novela. En parte es como si Simón y
David estuvieran viviendo un impás, como si se encontraran en el limbo, en un
lugar indeterminado del que parece que tampoco están muy seguros.
La sensación más fuerte que me produce se
relaciona con los colores; no sé por qué pienso en la novela y veo en blanco y
negro, sin verde, sin rojo, sin azul, ni violeta...Apagado, un lugar exento de
luz. Los personajes me causan incluso miedo: no parecen seres humanos, son seres
indolentes, sin sentimientos, sin deseos; como decía, autómatas. El deseo, o
mejor, la falta del mismo es también bastante llamativo en la novela. No hay
mucha ilusión o interés por conseguir nada y eso hace que los personajes sean
apáticos, no se dejan llevar por las pasiones, "no dicen palabrotas, ni se
enfadan" como también señala el narrador.
La comida ocupa un lugar importante, como en
casi todos los libros de Coetzee. En
este caso, la comida como acogida; por ejemplo, en la merienda de bienvenida
que tiene lugar en el parque. Al contrario de lo que podemos imaginar este
recibimiento no es abundante: la dieta básica en Novilla, el lugar donde se
encuentran, es pan y agua (aquí con pasta de judías), no hay sitios donde
comprar otra cosa, sólo una pequeña frutería que está siempre cerrada. Por eso,
he hecho este pan: la base de la alimentación del hombre, el primer alimento,
el origen de nuestra vida y de nuestra historia. El pan como sustento.
La falta de alimentación produce en los
protagonistas enfermedad, agotamiento, desdicha; Simón, uno de los personajes, no
esperaba nada de esto; incluso acude al médico al sentir vértigo en el trabajo,
quien le dice: "no mire hacia abajo, mire hacia arriba y no le
pasará nada".
Me preguntó también si se trata de una broma y, desde luego, si lo es, es una broma muy pesada. Tengo para mí que Coetzee nos deja una reflexión de la actualidad, de este mundo en que vivimos (educación, trabajo, relaciones, comida, fútbol...); nos advierte de hacia dónde vamos y en que nos podemos convertir. Creo que sólo tenemos que mirar hacia arriba, allí están los que nos salvan.