Este verano he tenido la fortuna de acudir al Festival de Teatro de Mérida: se
estrenaba Electra, la tragedia griega
de Eurípides, con adaptación de Vicente Molina Foix y dirigida por José Carlos
Plaza. Por supuesto, además de sentirme apabullada ante un escenario tan
increíble, la obra me proporcionó algunas ideas para reflexionar.
Electra era hija de Agamenón,
que fue asesinado a su llegada de la Guerra de Troya por Egisto, el amante de
Clitemenestra, la madre de Electra. Ella es entregada por su madre a un
campesino para evitar que tenga descendencia noble; viven en el campo adonde
llega el hermano de Electra, Orestes. Sin darse a conocer, intenta averiguar si
su hermana estaría dispuesta a vengar la muerte de su padre. Ambos planean la
venganza y una vez llevada a cabo el sentimiento de culpa los hace infelices y
vulnerables.
En la Antigüedad el deber de
la hospitalidad era sagrado. Aparece en la Ilíada, en la Odisea e incluso
hay un mito, el de Baucis y Filemón,
dedicado exclusivamente al deber sagrado de la hospitalidad. Podemos observarlo
en la acogida de Orestes por Electra aún desconociendo que era su hermano. En
el mundo griego la hospitalidad sería un deber moral, puesto que tiene un
trasfondo de respeto a los que necesitan ser hospedados, es un derecho que no
se puede negar a nadie porque, según creían los griegos, los huéspedes son
protegidos por Zeus.
De manera que cuando alguien
llega a nuestra casa lo acogemos con lo mejor de nosotros, con lo mejor que
tenemos ¿qué plato podríamos ofrecerle a un invitado? Algo sabroso y original,
ligero pero saciante, que lo haga sentir en su casa y le abra la puerta a un
mundo nuevo de sabores. Esta morcilla con queso de cabra y mermelada de tomate
puede ayudarnos a dar calor a los necesitados y a descubrir nuevos matices de
la vida.
El que llega trae siempre
algo consigo, su historia y su vulnerabilidad, ambas nos invitan a sentarnos
con él, servirle, escucharlo y cuidarlo. En las ciudades actuales hemos perdido
en buena medida la hospitalidad y sólo aocgemos a desconocido, pero de la misma
manera que un plato desconocido nos abre las puerta de un mundo nuevo, una
persona extraña puede ayudarnos a descubrir otros mundos.
Como toda tragedia y según creían los griegos, Electra causa una "katharsis", una purificación, el estado del espíritu después de la tragedia. Es la purificación del alma, cuando ha comprendido la causa profunda de las cosas, nos prepara de nuevo para los actos del deber y para la aceptación del destino. La tragedia es también un renacimiento, un resurgimiento y giro. ¿No podríamos decir algo parecido de la comida? Comer podría ser también un acto de purificación y aunque nuestra cultura desconoce distinción entre alimentos puros e impuros, los alimentos nos dan fuerza y nos preparan para la vida precisamente porque son parte de ella.
9 comentarios:
Desde luego es una cosa maravillosa que cuando llegas a una casa te reciban bien y te cuiden. También eso forma de la alimentación. La receta me parece sencilla (menos la mermelada) y sabrosa.
Toda la razón, pero el tiempo hace que mis invitados sean de confianza, rara vez viene a comer a casa alguien que no conozca o que conozca poco, sea como sea siempre se agasaja con una rica receta es lo que más feliz me hace.
Me ha sorprendida la morcilla con queso de cabra, totalmente sorprendida.
Un besito
Una inspiración que ha dado lugar a una receta curiosa y original. Viva el arte clásico! :-)
Que delicia de bocado y que original la explicación con la fotografía, me ha encantado la entrada! un beso guapa
Llego de casualidad y me encuentro un blog con unas fotos preciosas y unas recetas excelentes. No tengo más remedio que quedarme como tu nueva seguidora. Me alegro de que te gustara el teatro romano de Mérida. Nunca deja de sorprender aunque se viva en la ciudad y se visite con frecuencia. Besos.
esto es una delicia. Bss
como siempre, todo un diez, la receta, las fotos y tus palabras
Ay, cómo me gusta el teatro clásico griego, sobre todo las tragedias!!! Me encantaría poder ver cualquier obra de estas en el teatro de Mérida. Debe de ser una experiencia intensa e inolvidable.
Creo que últimamente hemos perdido un poco la costumbre de la hospitalidad. Se socializa mucho fuera, pero no invitamos a casa muy a menudo. Y es una pena....
Besos.
Mil gracias a todos.
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