domingo, 27 de mayo de 2012
Alimentos para el alma
Etiquetas:
Alimentos para el alma
domingo, 20 de mayo de 2012
La receta de la sinceridad
Carlos
Fuentes ha sido uno de los escritores que más me ha entusiasmado: uno de sus
libros me deslumbró y no pude parar hasta encontrar la mayoría de sus obras. Como
sabéis, Fuentes, que ha fallecido la semana pasada y necesitaba escribir algo
sobre él, siempre estamos en deuda con
los que admiramos.
Fuentes
nació en Panamá, aunque es mexicano. Su padre era diplomático y fue embajador
de carrera, función que ejerció Carlos Fuentes durante algún tiempo al aceptar en memoria de
su padre el encargo de ser embajador en París. Estudió en Ciudad de México y una
vez finalizada su formación comenzó a trabajar como periodista en la revista Hoy. Su vocación literaria no tardó en
aparecer y con sólo 29 años publicó La
región más transparente. Su obra es extensa
y variada (escribió novelas, cuentos, relatos, ensayo, teatro y guiones
de cine) aunque hay algunas obras destacables como La muerte de Artemio Cruz, Los
años con Laura Díaz…
En
el año 2008 celebró el 50 aniversario de la publicación de La región más transparente y para conmemorarlo la Real Academia de
la Lengua hizo una edición especial que está en mi humilde biblioteca guardada
con especial cariño.
Se
trata de una novela compleja con infinidad de personajes que retratan la diversidad
social de la verdadera protagonista de la obra, la ciudad de México. La región más transparente está llena de
monólogos interiores, pensamientos, discusiones políticas y escenas eróticas.
Según Fuentes intentaba reflejar el momento en que “la realidad social se cruza
con el destino personal”: eso era lo que
le interesaba.
La
transparencia tiene esa cualidad: nos permite observar las cosas que tenemos
tan cerca y en la que no nos hemos fijado. Igual que en La región más transparente nos adentramos en la sociedad mexicana
de forma apasionante deteniéndonos en cada uno de sus escalones y peculiaridades,
con estos caramelos nos damos cuenta de la belleza de un pétalo, del esplendor
de una flor, de la perfección y el encanto de la naturaleza.
El
guía de la novela se presenta directamente, en pura transparencia: “Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo
en México, D.F. Esto no es grave” y nos lleva de la mano a través de esa
ciudad en la que todo parece mezclado y confuso, pero que lo sitúa “en la
religión más transparente del aire”. La transparencia nos permite ver a través
de ella sin prescindir de ella. Si algo tiene la cualidad de transparente es
que no nos oculta nada: permite que lo veamos todo, nos lo entrega con una
generosidad desmedida, pues no se reserva nada para sí mismo.
En
la cocina, sin duda, la sorpresa es una virtud y con frecuencia el secreto de un plato nos intriga; pero la
transparencia también es una virtud y hasta me parece que puede ser el mayor de
los secretos, pues como las veladuras de los buenos cuadros nos muestra todo
sin desaparecer. En estos caramelos la transparencia es una cualidad positiva y
no sólo por la pureza de los ingredientes, sino también porque nos permite
disfrutar con la mirada lo que saboreará nuestro paladar, nos lo da todo sin
prescindir de lo que es, nos ofrece la visión de la hoja invitándonos a
disfrutar no sólo del sabor, sino también de la luz y el color. Quizás en estos
caramelos transparentes se encierre la receta de la sinceridad, un secreto que
está a la vista de todos.
Etiquetas:
Dulce,
Literatura
domingo, 13 de mayo de 2012
El sabor de lo que fuimos
Scroll down for English version
Ignacio
Elguero es un periodista y escritor nacido en 1964 que actualmente trabaja como
director de radio Nacional de España. Es conocido fundamentalmente por su
trabajo en el mundo periodístico: ha colaborado con muchos profesionales y en
varios medios de comunicación.
Como
poeta es bastante más conocido; su primer poemario data del año 1998 y desde
entonces ha publicado varios. Ha recibido algunos premios como el Premio de Poesía
Claudio Rodríguez. Recientemente, ha llegado a mis manos su última obra
publicada por Hiperión: Siempre. El siguiente poema está sacado
de ella:
La
tierra encendida
Hay
un globo en mi cuarto.
Una
bola azulada
salpicada
de rojos, naranjas, amarillos.
Una
esfera del mundo
con
nombres de países,
de
pueblos, continentes.
Pongo
un dedo en el mapa y doy vueltas a la esfera.
Es
un atlas que gira
iluminado,
como
un mundo festivo
de
colores, brillante, luminoso.
Esta
tierra encendida
de la infancia,
del
tiempo de libélulas,
con
sus mares azules del verano
es
una estrella rota,
sin
puntas, como todas. Una piedra apagada
que
otra luz ilumina.
¿Qué
vocación de engaño
tiene
el mundo
con
su apariencia núbil?
Si
se funde la luz
¿qué
ocurre con el globo de mi cuarto?
¿Cómo
se queda el mundo
si
se funde la luz
de
su fachada?
Como
en el poema, el globo terráqueo es capaz
de darnos un instante de nuestro mundo entero, aquello que fuimos, a lo que
desearíamos volver o tal vez vernos desde fuera para recordar que también hemos
sido felices.
*He acompañado el dahl e un pan típico indio llamado pulkas
El
poema va trepando por el árbol de nuestras vidas hasta sus raíces, que
curiosamente, están en su copa y la comida, como los olores, es capaz de
golpearnos en la memoria para abrirnos a la evanescencia de lo que fuimos, los
sabores que fuimos. ¿Cuál es la receta? Unas lentejas, ¿no nos ayudan ellas a
conservar el sabor de lo que fuimos?
Nos
encontramos, entramos en nosotros mismos, pero ya no somos idénticos: como estas
lentejas. No somos los mismos que delante del globo terráqueo iluminado en la
oscuridad soñábamos con viajar lejos, perdernos en un lugar donde nadie nos
conociera.
Las
lentejas las hemos comido muchas veces y es posible que a todos nos dijeran lo
mismo ”quien quiere las come y quien no…” y nos hacían comerlas. Al crecer
hemos salido lejos para encontrar
lentejas…pero ya no son las mismas. Con la comida pasa como con la vida:
buscamos lo nuevo para encontrarnos. En este “dahl” ha sucedido exactamente
eso: recuperamos como futuro lo que se nos regaló en el pasado. La comida, como
la imaginación, tiene esa extraña propiedad de hacernos salir hacia dentro, de
dar pasado a nuestro futuro.
*Gracias a Katie Stearns por la traducción al inglés.
Etiquetas:
Literatura,
Salado
jueves, 10 de mayo de 2012
Fotografiar una Estrella
Para todo hay una primera vez. En mi caso, ésta es la primera vez que fotografío con detenimiento una Estrella, una Estrella de cerveza. Lo primero suele ser más hermoso porque tiene ese aura inaugural: un riesgo que merece la pena. Como el primer surco que se hace en la tierra para arar: Besana. De allí me llegó la idea de la cerveza: en Besana Tapas tuvieron la delicadeza de hacernos un menú especial. El restaurante de Utrera ha sido su primer surco. Seguro que será fecundo. Felicidades por un trabajo bien hecho y gracias, especialmente a Jorge Guitián y Anna Mayer.
martes, 8 de mayo de 2012
1080 es el futuro. Una "odisea" en la cocina.
Etiquetas:
1080
Suscribirse a:
Entradas (Atom)