A veces, y sin darnos cuenta, en nuestro trabajo,
en nuestras actitudes y aficiones adelantamos algo que ni siquiera nosotros
sabemos que vamos a vivir o a hacer. Es como sí estuviéramos rumiando
pensamientos, ideas o actos que finalmente terminamos materializando.
Si observamos las fotografías de Francesca
Woodman podemos adivinar cual sería su final porque en ellas aparece y
desaparece; parece que estuviera presente y a la vez se difuminara, se diluyera
en el espacio y en los decorados decadentes.
Woodman es una fotógrafa americana que apunto de
cumplir los 23 años se suicidó, cosa que, seguramente, ni ella sabía cinco
minutos antes, pero sus fotos y su trabajo plasman eso. Anticipan sus actos.
Ciertamente, sus imágenes tienen algo
desasosegaste e inquietante que no podemos dejar de mirar. Su cuerpo es
protagonista, pasa a ser mesa, objeto colgante, recipiente...
Tengo para mi que fue su temprana muerte lo que
la convirtió en una artista de culto; no obstante, nació en una familia de
creadores: su padre, pintor y fotógrafo; su madre, ceramista y su hermano,
video artista (hay un documental sobre esta familia llamado Los WOODMANS que
podéis ver aquí). Francesca nació en 1958, acabó con su vida en 1981 y hasta
cinco años después sus padres no dejaron atrás el luto para exponer la obra de su
hija. Ellos gestionan un archivo de más de 800 imágenes de las que sólo se han
expuesto 120. La aceptación de sus fotografía fue en aumento y las exposiciones
se multiplicaron (tuve la suerte de ver en La Fábrica en septiembre del 2009
una de ellas) incluso se organizó una gran retrospectiva en el Guggenheim.
Su primera fotografía la hizo con una Rollei de
medio formato a los 13 años; desde entonces escribía también un pequeño diario
que nos ayuda a comprenderla algo mejor: "una parte de este libro contiene
ideas que quiero organizar en series. La lista de alimentos que he comido, por ejemplo.
Los pasteles son mi forma de arte favorita; yo preparo magníficos panecillos de
jengibre, trufas de chocolate, pasteles de melocotón y flanes de zarzamora. No
hay nada más relajante que quedarse a solas con un buen libro de cocina y las
palabras"
Pues eso...
"Una parte de este blog contiene ideas y
muchas recetas que organizo por temas y sabores. La fotografía es mi forma de
arte favorita y preparo recetas. No hay nada más relajante que quedarse a solas
con un buen libro de cocina, las palabras y la fotografía. También yo hago magníficos
panecillos de jengibre: aquí tenéis uno."
5 comentarios:
No conocía´a Francesca ni a sus fotografías, son, sin duda, desgarradoras y sí, avanzan lo que pasó después. Es un talento el que esta mujer tenía y está bien que te identifiques con ella... siempre y cuando tengas la cordura de no terminar igual!!! jejeje Gracias por compartir esto con todos. Besos
El pastel tiene una pinta deliciosa: tengo que probarlo. Y me has vuelto a ganar con tus fotografías. No tenía ningún conocimiento de esa fotógrafa, pero su trabajo me parece muy interesante.
me llega el ahora de esos panecillos! desconocía a Francesca y como dice Miss Migas, no termines como ella, coge sólo lo bueno de ella!
besotes
No había oído hablar de Francesca pero me sobrecogido lo que explicas de su corta vida. Un buen "homenaje" con el pastel del jengibre.
Feliz fin de semana
Me encanta la frescura que aporta el jengibre a los bizcochos, sobretodo los que llevan frutas o verduras, le da un toque muy tropical. Me gusta éste, es original, no había visto antes ninguno con solo jengibre, tiene que estar bueno^^
Un beso
Publicar un comentario