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Marc Chagall fue un pintor ruso, nació en Vitesbk en 1887 y murió en París en 1985. Abandonó su país de origen cuando terminó la Revolución Rusa en la que participó activamente llegando a ser Comisario de Arte para la región de Vitesbk, pero, no le fue bien y se instaló en París en el año 1923.
Durante la Segunda Guerra Mundial vivió el drama de la deportación de los judíos franceses a raíz de la cual Chagall tuvo que abandonar París, pasó por Marsella, España y Portugal para recalar definitivamente en Estados Unidos en 1941. De esta forma viajando tanto, nuestros ojos pueden abrirse y descubrir más colores de los que conocíamos, de la misma manera podríamos conocer otros sabores que nos eran extraños y nuestro mundo se hará más ancho y completo.
El estilo de Chagall es bastante original, pues estuvo conectado con varias corrientes del arte moderno (surrealismo, cubismo, fauvismo) aunque siempre se inspiró en las costumbres de Bielorrusia, los temas bíblicos y su herencia judía presente en buena parte de su producción de pinturas y vidrieras. Sus obras nos regalan la alegría de vivir en un mundo de colores, hacen que nos asomemos a la vida a través de una vidriera, pero para descubrirla con mayor profundidad.
Entre sus obras más conocidas está la Crucifixión blanca, en la que el pintor quiso denunciar el genocidio judío, y ésta de la que quiero hablaros hoy: París desde mi ventana.
Entre los años 1920-1921 el pintor escribió un libro llamado titulado Mi vida (publicado en España por la editorial Acantilado). En él explica cómo todo lo que ve en París es lo que quería en Rusia; pero era un incomprendido:
“Por que no confían en mi. Por que soy un desconocido en los ambientes artísticos. Porque en Rusia soy sólo un cero a la izquierda.
Y por qué todo lo que hago, les parece raro y todo lo que hacen ellos, a mí, me parece
superficial. ¿Por qué? No puedo hablar más de ello.
Amo Rusia.”
No obstante su amor por París,el artista sufrió y tuvo que verse rechazado por algunos mecenas como el señor Doucet a quien fue a ver con una carpeta de cincuenta acuarelas: “Tras un cuarto de hora de espera en su antesala, su criado vino a devolverme la carpeta. “No necesitamos “al mejor colorista de nuestros tiempo””, dijo, en nombre de su maestro”.
Algo que nos llama especialmente la atención en sus cuadros es el color, en París desde mi ventana también. La ciudad de la luz se nos entrega llena de colores. Como los macarons, estos pequeños dulces o galletas franceses,tan delicados como los lienzos y tan coloridos y alegres como todas las obras de Chagall; pero en ellas no solo vemos lo que quería representar sino que también lo vemos a él, al maravilloso pintor que nos supo dar no sólo su visión de la vida, sino su misma vida en los colores de su obra. Chagall nos alimento con los colores, esto también nos sucede con los macaron; sin duda están ricos pero con ellos aprendemos que el sabor también pertenece al sentido de la vista y que los colores también alegran nuestra existencia; por eso la cocina, que es vida, también es color.
Creo que sólo hay una persona que nos haya hecho ver la personalidad del pintor tan bien como él: Arnold Newman (uno de mis fotógrafos preferidos), aquí tenéis la prueba.
Gracias a Katie Stearns por la traducción.
7 comentarios:
Buenísima receta pero sin duda maravillosas fotografías, los colores y el juego de enfoques te han quedado perfectos, no se puede pedir más a una buena receta :)
Los macarons son una de mis debilidades, amo la almendra...
¡Te han quedado preciosos, más aún con estas fotos tan buenas!
Chagall me gusta, aunque no es de mis favoritos, debo reconocerlo. Pero siempre es interesante saber algo nuevo de los artistas.
Por cierto, dado que está de moda el tema en la blogosfera, ¿qué tal un post sobre olores pronto?
El perfume, ya está hecho pero estoy pensando en flores...
¿un reto, quizás? :-)
Un abrazo y enhorabuena de nuevo por el blog, siempre es un placer leerte...
Aurélie
No los he probado nunca, y mira queme apetecen, Pero como muy bien dices, me alimento solo con verlos, ,es todas sus versiones, la combinación de colores es preciosa, la repostería en si es un arte que impregna los sentidos de aromas y colores. Feliz fin de semana
me encantan los macarons, no me he atrevido nunca a hacerlos, ¡me imponen!; las fotos, maravillosas!
Que colores tan bonitos! yo tampoco los he probado, pero creo que no me iban a gustar, demasiado empalagosos. Sin embargo son preciosos!
Chagall para mi es una delicia visual, sensual, lleno de colores...que has sabido transmitir a través de su historia en tus macarons...divinos. Un gustazo leerte siempre y disfutar de tus recetas.
Mil besos.
Qué gozada es leer todo lo que nos cuentas e imaginarse el sabor de lo que fotografías
Besos
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