domingo, 6 de junio de 2010

No es Vivaldi



Pan de calabacín

2 tazas de calabacín rallado

3 huevos
3 tazas de harina
2 tazas de azúcar
1 taza de aceite de girasol
1 cucharadita de jengibre
1 cucharadita de esencia de vainilla
1 cucharadita de bicarbonato
1 cucharadita de canela
1 cucharadita de clavo en polvo
¼ cucharadita de levadura

Nueces 




Mezclamos la harina, la levadura, el bicarbonato y las especias.
Agregamos el aceite y los huevos con el calabaciín rallado y las nueces.
Batimos todo muy bien e introducimos en el molde previamente engrasado.
Dejamos  en el horno a 170 Cº una hora aproximadamente.









El verano

Giuseppe Arcimboldo nació en Milán en 1527 y murió en la misma ciudad en 1593. Fue un pintor conocido sobre todo por sus representaciones del rostro humano a partir de flores, frutas, plantas, animales u objetos; esto es, pintaba representaciones de estos objetos en el lienzo, colocados de tal manera que todo el conjunto tenía una semejanza reconocible con el sujeto retratado.

Su primera etapa fue totalmente italiana, parece que comenzó trabajando en el Duomo aunque después tuvo un taller en Roma, además hay datos que afirman su trabajo en la Italia meridional, trabajó durante un tiempo en la corte de Maximiliano II.

Era un hombre con una creatividad infinita, sin límites; llegó a ser retratista de corte en la corte de Maximiliano II en Praga y además fue el decorador y diseñador de trajes.
Aquí parece que vivió su máximo esplendor, también trabajó  para Augusto de Sajonia y Rodolfo II quien estaba fascinado por aparatos hidráulicos y los instrumentos musicales fantásticos que el artista le realizaba.

Aunque fundamentalmente es conocido por este tipo de pinturas que reúnen frutas, verduras, mariscos, peces… pero también hizo un tipo de pintura religiosa que ha quedado en el olvido.

El lienzo que nos ocupa pertenece a la serie de las Cuatro Estaciones de la que pintó numerosas piezas siendo cada una de ellas una copia sin apenas variación de la anterior, lo que refleja el éxito de la serie. El pintor ha representado los hipotéticos rostros de las estaciones mediante los elementos típicos de cada una de ellas. Así, el rostro del verano tiene rostro de frutos y cuerpo de trigo, y el  delicioso y “polifacético” calabacín que escogido para la receta.

Entre sus obras más conocidas se encuentra el retrato que le hizo a Rodolfo II, Vertumnus, con el que os dejo.


domingo, 30 de mayo de 2010

A babor*


Magdalenas de cangrejo y curry

350 g de carne de cangrejo (yo puse surimi o palitos de cangrejo)
3 huevos
7 cucharadas de harina
1 cucharadita de cúrcuma
1 cucharadita de levadura
½ cucharadita de curry
1 cucharada de nata líquida
1 cucharadita de perejil picado
20 g de mantequilla fundida
sal y pimienta




Salsa*

2 cucharadas de cebollino picado
2 cucharadas de perejil picado
100 g de mantequilla

Batimos los huevos y lo ponemos en una ensaladera con el cangrejo, la harina, la levadura y el resto de los ingredientes excepto la mantequilla. Mezclamos hasta obtener una preparación homogénea. Precalentamos el hora a 210 Cº

Engrasamos los moldes con la mantequilla y la sobrante la añadimos a la preparación. Rellenamos los moldes y horneamos entre 12 y 15 minutos.
 


















*La salsa es opcional, se pueden utilizar otros ingredientes como yogur griego o mayonesa También se puede  tomar sin salsa.

Fundimos la mantequilla a fuego lenta y retiramos la parte blanca que se forma. Añadimos el perejil y cebollino cubrimos y dejamos en infusión fuera del fuego durante unos minutos.



Gran sol

Ignacio Aldecoa nació en Vitoria en 1925 y murió en 1969 se dedicó todas su vida a la literatura centrándose en la novela y el relato. En toda su obra se ha querido ver la influencia de Faulkner y de Truman Capote con sus novelas-reportajes. Su primer texto, y uno de los más conocidos, es El fulgor y la sangre que consiguió ser finalista del Premio Planeta en 1954. Pero la novela de la que hoy quiero hablaros es Gran Sol, Premio de la Crítica en 1958.

En Gran Sol se narra la vida de unos pescadores de altura con una vida intensa llena de lucha y derrota pero también de esperanza y soledad, esta última inunda literalmente la novela.  La narración recrea lo rutinario, el trabajo diario y el paso del tiempo; muchos lo han llamado realismo social, otros quisieron ver aquí un trasunto de la España de la época.
La obra iba a formar parte de una trilogía compuesta por las siguientes obras, Parte de una historia y al parecer, Viejas anclas que no pudo finalizar por repentina muerte del autor de un ataque al corazón.

Si existe algún protagonista es el mar, la mar, como dicen estos pescadores; ninguno de ellos sobresale: Macario Martín, el Matao, José Afá, Joaquín Sas, Paulino Castro o Simón Orozco son algunos de ellos y todos comparten la rutina y el peligro del mar, el miedo a no volver a ver a sus mujeres “condenadas” y sus hijos “fracaso”.

Toda el texto está escrito con una maestría absoluta pero existen algunos fragmentos, como el comienzo, absolutamente geniales:

“El sureste lento, cálido, hondo, picaba las aguas de la dársena. Lejana amarilleaba la mar abierta. En el cielo del atardecer se apretaban las nubes como un racimón de mejillones, cárdeno y nacarado. Las gaviotas daban sus gritos estremecidos revoleando el puerto, garreando las olas. Un barco bonitero navegaba hacia la línea de atraque: baja la mar, bajo y áspero el runrún del motor.”

Y aquí llega también el toque culinario, porque como habéis podido observar en el párrafo de arriba, los peces (pescados o no) son nombrados continuamente. Se habla: de bonito, atún, mejillones, pulpo y, por supuesto, cangrejos; rojos como la señalización de babor.

 










  
*Babor, en un barco y en cualquier medio de transporte en el agua, es el lado izquierdo en el sentido de la marcha o, más exactamente, el lado izquierdo mirando hacia proa (la parte delantera del barco). El lado derecho se denomina estribor. La señalización de babor se realiza con el color rojo y la de estribor con el color verde.


domingo, 23 de mayo de 2010

Las cosas claras y el chocolate espeso

Coulant de chocolate

160g de chocolate negro 70% cacao
120 g de mantequilla + 10g para los moldes
100 g de azúcar +20 g para los moldes
4 huevos
40 g de harina

Precalentamos el horno a 220ºC. Untamos con mantequilla y azúcar los moldes (de 8 a 10 cm. de diámetro aproximadamente)
Derretimos el chocolate troceado con la mantequilla en una cacerola a fuego muy lento.
Aparte batimos los huevos con el azúcar y añadimos a la mezcla anterior.
Tamizamos la harina y lo mezclamos todos removiendo un poco.
Vertemos en los moldes y horneamos durante 6 minutos.




En un pequeño pueblo de Francia llamado Lansquenet aparece una misteriosa mujer para abrir una bombonería donde vende maravillosos dulces que hace ella misma. Vianne Rocher provoca en este lugar una verdadera revolución: reaparecen amores de la juventud, los impertinentes se transforman en seres felices y los matrimonios se arreglan. Aparecen ciertas ideas enfrentadas: la lucha entre la pasión y la moral, entre la tradición y el cambio.
También es un canto a la vida, a disfrutar de los placeres, a sumergirse en las tentaciones teniendo en cuenta  los peligros que puede provocar la intolerancia y las prohibiciones, así como no dejar a los demás vivir su vida.



Hablamos de una película estrenada en el año 2000 dirigida por Lasse Halström y protagonizada por la dulce y encantadora Juliette Binoche  junto con Johnny Depp y Judi Dench entre otros. Está basada en una novela (menos conocida que la película) de Joanne Harris donde el chocolate ejerce como alimento totalmente tentador y, por otro lado, como un reconfortante maravilloso; una dualidad más.


Simplemente me apetecía hacer chocolate, necesitaba abandonarme en un reparador y reconstituyente dulce de chocolate porque la vida está llena de belleza y seducciones; ¡¡¡disfrutemos de ella!!!