Febrero alarga sus dedos otra vez para coger mi mano y no
hace ni un año que lo dejé. Se cumplen seis desde que vi La escafandra y la mariposa, desde entonces temo el abrazo de
febrero. Raramente me ocurre pero nos pude evitar las lágrimas; luego, por
fortuna me invitaron a tarta de chocolate. Hubo una escena que hizo pasar por
mi corazón imágenes que constituyen un tesoro para mi. Los afectos que han sido
mis cimentos estaban ahí, intactos.
Julian Schnabel es un conocido pintor que se estrenó como
director de cine con Antes de que anochezca,
la biografía de Reinaldo Arenas. En La
escafandra y la mariposa recrea la vida de Jean Jaques Bauby, director jefe
de la revista Elle France. Tras un accidente vascular, Bauby parece quedar
condenado a la incomunicación dentro de su propio cuerpo, pero su tesón y el de
los médicos que lo atendieron consigue que la mariposa salga de la escafandra
en que se ha convertido su cuerpo.
La película arranca con La mer en la versión clásica de Charles Trenet a la vez que se van
sucediendo radiografías anunciándonos de manera indirecta lo que va a suceder
en la historia. Para narrarla, Schnabel recurre a diálogos interiores, flashbacks, ensoñaciones... en una de
estas vemos al protagonista durante una cena romántica con una de sus
enfermeras: la comida inunda una mesa que ellos comen con las manos: ostras,
mariscos, vinos...; las imágenes están llenas de sensualidad.
Para Bauby su cuerpo era una jaula, su libertad comienza
en el vuelo de su imaginación que junto con el aleteo de su ojo izquierdo es lo
único que le queda.
Me imagino que las ostras son para cualquier estación pero
aquí son para febrero porque queremos acompañar a Jean Jacques en esa comida
que le devuelve la vida y la ilusión. Todos sabemos que la comida alimenta
nuestro cuerpo pero también reconocemos que es mucho más; en ocasiones puede
ser la brisa que sostenga el liviano peso de una mariposa, nuestra imaginación.
*Aquí podéis ver la película completa… en francés.
Cuantísimas buenas escenas de cine están sazonadas con la música de Trenet, y cuantísimo me gusta....
ResponderEliminarJe Chante, de regalo... http://youtu.be/fK6eKoRSySk
Moi aussi. Merci!
ResponderEliminarLa historia parece triste, pero el mensaje es maravilloso y aunque las ostras no están entre mis delicias, tu post me ha encantado. Y como ha dicho AllColors, la música de Trenet es fantástica. Como tus fotografías.
ResponderEliminarAmo esa película, amo cada imagen llena de belleza que nos regalas y tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Hace tanto que no como ostras, aunque en esta entrada me ha gustado la historia y recomendación de la película, una preciosidad.
ResponderEliminarUn besito
Ufff... Me acuerdo cuando la estrenaron, pero no la he visto, creo que no sería para mí un buen momento ahora para verla...
ResponderEliminarTomo nota de la recomendación. Las ostras, me encantan... con un toquecito de limón, me rechiflan!
ResponderEliminarBesos
Una pelicula sensacional, besos
ResponderEliminarMuchas gracias a todos. Un beso
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