jueves, 19 de diciembre de 2013

Aquí llega el sol...




                                                                      

                                                                       A veces nos llamamos uno al otro  ángel, luz, sol 
                                                                                                                  Nicola Madzirov


 ¿Qué es el Sol? El Sol es calor, el Sol es vida, el Sol es la vida. Los hombres de todas las épocas han contemplado con admiración al sol y si hacemos un poco de memoria para remontarnos a tiempos pasados, la Navidad, esta que ahora celebramos en algunos lugares del mundo, festeja la llegada del Sol, pues en el hemisferio norte estamos a punto de alcanzar el solsticio de invierno.



Una de las obras que más me conmocionó cuando comenzaba a estudiar  arte fue el crómlech de Stonehengue, un monumento megalítico de finales del Neolítico. Los cromlech son túmulos funerarios en su origen, formados por menhires que dibujan un círculo. Hay muchos estudios sobre la finalidad concreta de los cromlech: templos religiosos, monumento funerarios y hasta observatorios astronómicos.  Parece cierto, desde luego, que guardan relación con los cultos solares no sólo por su alienación, sino también porque el sol aparece asociado a la muerte y a la resurrección, y estas construcciones es muy probable que en principio estuvieran dedicadas a enterramientos.



Todas las culturas de la Antigüedad festejaban de una manera u otra el solsticio. Ya en la época romana se  celebraba con las saturnalia o saturnales la llegada del Sol. El diecisiete de diciembre comenzaban  de estos días de fiesta:  el grano almacenado después de la recolección se entregaba para  el consumo. Se ofrecía algún tipo de sacrificio público ante el templo de Saturno y había ritos privados en todas las casas. A continuación se celebraba un gran banquete donde se establecían unos ritos de inversión social: los hombres servían a las mujeres y los amos a sus esclavos rindiéndoles el gran homenaje de compartir después la comida con ellos. Por supuesto, el cristianismo recogió todos estos rituales y los adaptó la Navidad.


Hay veces que una receta me lleva a un  libro, una película o una canción; hay otras que una obra de arte me acerca a un determinado plato. Unas veces las relaciones llegan rápido: son relámpagos en mi mente, conexiones; hay otras que debo reflexionar más. En cualquier caso, el crómlech apareció pensando en esta Navidad y aunque buscando y buscando hallé esta maravilla de Arzak; he querido darle mi toque personal: verduras asadas, frutos de la tierra a la que nos mantenemos pegados, asadas con fuego y espolvoreadas con queso rallado.



 


Por eso, tenemos que estar felices, porque ya llega el Sol que ilumina y da calor a nuestros cuerpos y almas. Aunque ahora es pequeño, como un niño; pero pronto crecerá: el frío quedará atrás y sentiremos su calor acariciando nuestros rostros. Igual lo hace esta maravillosa canción de George Harrison  (como dice mi amigo @Romantxus, puro amor) versionada hasta la saciedad, aunque me quedo con dos porque también son puro amor. Here comes the sun, sí: aquí viene el sol, vuelven las ilusiones y sentimos que de mil maneras diferentes crecemos. Acompañados por los hombres de todas las épocas, podemos celebrar este acontecimiento sabiendo que celebramos nuestras propias existencias. Disfrutad de la vuestra.















4 comentarios:

  1. Me encantan tus fotografías!!! Intentaré seguir tu consejo y disfrutar. Felicidades!

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  2. Yo conozco un cromlech mágico, casi desierto de gente, pero habitado por gallinas camperas y campos de lentejas... un rincón que quita toda la tensión....

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  3. Felices fiestas para ti también. Disfruta de los que más te quieren.
    Besos

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  4. fascinante tu personal homenaje a los cromlech!!!! una idea estupenda Linda, y qué rica! que tengas una feliz Navidad guapa, un besito

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