Rentrée es el término que utilizan los franceses para hacer referencia a la vuelta de las vacaciones. Adoro particularmente la lengua francesa: me parece más precisa en ocasiones concretas como esta u otras (doucement), porque rentrée lleva añadidas las ganas de volver; el entusiasmo por empezar de nuevo, por haber cambiado de aires, por tener ideas frescas, por evolucionar, por comenzar de cero. Ya sabemos que en septiembre comienza de verdad el año, ¿no? El estío da para mucho, aunque corra con la velocidad de una gacela y tengo la impresión de que todos terminamos con la misma sensación pero de eso se trata precisamente, al menos, para mí.
En este impás mi cabeza viajera ha dado algunas vueltas y, claro, he
aprovechado para hacer las cosas que me gustan, ya sabéis: cosas bonitas. Leer
es una de ellas y con todo lo tenido entre mis manos he podido reflexionar
sobre algunos asuntos que me preocupan. Ha habido varias novelas: el
maravilloso Salter con Juego y
distracción (del que hablaré otro día), por ejemplo; pero también he
llegado a dos ensayos sobre estética que han destacado por encima de lo demás: Todo lo sólido se desvanece en el aire, de
Marshall Berman y La forma de lo bello de Remo Bodei.
El primero es una reflexión sobre la modernidad: la búsqueda de lo espiritual
en un medio nuevo, la capacidad para transformarlo todo, la fluidez y la
volatilidad están en la modernidad, todo cambia, todo se revierte. Para
discurrir sobre este asunto utiliza varios protagonistas; uno me ha llamado
poderosamente la atención por lo que significa para mí: Petersburgo, de Andrés Biely, mi primer post. San Petersburgo
destaca por ser una ciudad moderna en un país subdesarrollado (en esa época),
urbe simbólica de la modernidad, considerada un espejismo o un fantasma, llena
de contradicciones. Otros temas son Baudelaire, Fausto... y con todos se
llega a una conclusión lúcida y segura: "experimentar la vida social y
personal como una vorágine, encontrarte y encontrar a tu mundo en continúa
desintegración, y renovación, conflictos y angustias, ambigüedad y
contradicción: formar parte de un universo en que todo lo sólido se desvanece
en el aire" ESO ES LA MODERNIDAD.
Y en este contexto vivimos; por eso, nos vemos envueltos en una constante
alteración, modificación, por eso mi blog también evoluciona y se transforma. En
momentos así, se abre una grieta a través de la cual podemos volver a mirar el
mundo, nuestro mundo, desde otra perspectiva pero con todo lo que hemos vivido
como equipaje. El pasado nos impulsa.
Por eso volvemos al principio, a los inicios, volvemos con las sardinas, con la
lata de sardinas; pero ya nada es lo mismo, todo se ha transformado. Un
filosofo "muy moderno" ya lo dijo: "No podemos bañarnos dos
veces en el mismo río".
De ahí que la receta no sea la misma, ni siquiera la lata, tampoco la forma en
que vemos Petersburgo, ni a nosotros mismos. Nada es siempre lo mismo, aunque
tenga el mismo aspecto y eso lo aprendemos en cocina: el mismo plato no tiene
nada que ver con otro con los mismos ingredientes. Además, ya el maestro Capel
en su blog distingue la calidad de las latas francesas y medita sobre la conservación de las mismas: el tiempo que pasan esperando en
la despensa las convierte en una exquisitez. El pasado las impulsa.
Pues eso, por aquí os espero.
El texto es excelente y las fotografías, fantásticas. El color rojo es un disparo de luz. Felicidades, Linda. Y feliz rentrée.
ResponderEliminarMe has hecho la boca agua con las fotografías y los libros que comentas. Espero que la rentrée sea tan espléndida como tus palabras prometen. A ver qué nos depara esta vez. Un besote
ResponderEliminarReentramos en la normalidad, pero con lo que haces pones una pincelada de luz y de belleza en el día a día que ahora empieza.
ResponderEliminarBonito Rentrée!
ResponderEliminarBesitos
Bienvenida de nuevo. Veo que has aprovechado el tiempo de descanso al máximo.
ResponderEliminarMe encanta el diseño de estas sardinas!
Besos