domingo, 2 de septiembre de 2012

El alimento de la hospitalidad






Este verano he tenido la fortuna de acudir al Festival de Teatro de Mérida: se estrenaba Electra, la tragedia griega de Eurípides, con adaptación de Vicente Molina Foix y dirigida por José Carlos Plaza. Por supuesto, además de sentirme apabullada ante un escenario tan increíble, la obra me proporcionó algunas ideas para reflexionar.


Electra era hija de Agamenón, que fue asesinado a su llegada de la Guerra de Troya por Egisto, el amante de Clitemenestra, la madre de Electra. Ella es entregada por su madre a un campesino para evitar que tenga descendencia noble; viven en el campo adonde llega el hermano de Electra, Orestes. Sin darse a conocer, intenta averiguar si su hermana estaría dispuesta a vengar la muerte de su padre. Ambos planean la venganza y una vez llevada a cabo el sentimiento de culpa los hace infelices y vulnerables.


En la Antigüedad el deber de la hospitalidad era sagrado. Aparece en la Ilíada, en la Odisea  e incluso hay un mito,  el de Baucis y Filemón, dedicado exclusivamente al deber sagrado de la hospitalidad. Podemos observarlo en la acogida de Orestes por Electra aún desconociendo que era su hermano. En el mundo griego la hospitalidad sería un deber moral, puesto que tiene un trasfondo de respeto a los que necesitan ser hospedados, es un derecho que no se puede negar a nadie porque, según creían los griegos, los huéspedes son protegidos por Zeus.


De manera que cuando alguien llega a nuestra casa lo acogemos con lo mejor de nosotros, con lo mejor que tenemos ¿qué plato podríamos ofrecerle a un invitado? Algo sabroso y original, ligero pero saciante, que lo haga sentir en su casa y le abra la puerta a un mundo nuevo de sabores. Esta morcilla con queso de cabra y mermelada de tomate puede ayudarnos a dar calor a los necesitados y a descubrir nuevos matices de la vida.

El que llega trae siempre algo consigo, su historia y su vulnerabilidad, ambas nos invitan a sentarnos con él, servirle, escucharlo y cuidarlo. En las ciudades actuales hemos perdido en buena medida la hospitalidad y sólo aocgemos a desconocido, pero de la misma manera que un plato desconocido nos abre las puerta de un mundo nuevo, una persona extraña puede ayudarnos a descubrir otros mundos.


Como toda tragedia y según creían los griegos, Electra causa una "katharsis", una purificación, el estado del espíritu después de la tragedia. Es la purificación del alma, cuando ha comprendido la causa profunda de las cosas, nos prepara de nuevo para los actos del deber y para la aceptación del destino. La tragedia es también un renacimiento, un resurgimiento y giro. ¿No podríamos decir algo parecido de la comida? Comer podría ser también un acto de purificación y aunque nuestra cultura desconoce distinción entre alimentos puros e impuros, los alimentos nos dan fuerza y nos preparan para la vida precisamente porque son parte de ella.



9 comentarios:

  1. Desde luego es una cosa maravillosa que cuando llegas a una casa te reciban bien y te cuiden. También eso forma de la alimentación. La receta me parece sencilla (menos la mermelada) y sabrosa.

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  2. Toda la razón, pero el tiempo hace que mis invitados sean de confianza, rara vez viene a comer a casa alguien que no conozca o que conozca poco, sea como sea siempre se agasaja con una rica receta es lo que más feliz me hace.
    Me ha sorprendida la morcilla con queso de cabra, totalmente sorprendida.
    Un besito

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  3. Una inspiración que ha dado lugar a una receta curiosa y original. Viva el arte clásico! :-)

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  4. Que delicia de bocado y que original la explicación con la fotografía, me ha encantado la entrada! un beso guapa

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  5. Llego de casualidad y me encuentro un blog con unas fotos preciosas y unas recetas excelentes. No tengo más remedio que quedarme como tu nueva seguidora. Me alegro de que te gustara el teatro romano de Mérida. Nunca deja de sorprender aunque se viva en la ciudad y se visite con frecuencia. Besos.

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  6. como siempre, todo un diez, la receta, las fotos y tus palabras

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  7. Ay, cómo me gusta el teatro clásico griego, sobre todo las tragedias!!! Me encantaría poder ver cualquier obra de estas en el teatro de Mérida. Debe de ser una experiencia intensa e inolvidable.
    Creo que últimamente hemos perdido un poco la costumbre de la hospitalidad. Se socializa mucho fuera, pero no invitamos a casa muy a menudo. Y es una pena....
    Besos.

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