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Cuando el dolor me inunda,
baten las mariposas
sus alas de papel en mis pestañas.
Son manchas deslumbrantes
que bailan suavemente ante mis ojos
en un prisma confuso
de colores y lágrimas.
Cuando la vida apunta
su dardo tenebroso
contra mi desmemoria fugitiva,
y en lo tierno del alma me golpea,
más bellos se acicalan los jardines
y más huele a azahar.
Todo el universo se conjura
para entonar el himno
del que renace, limpia, la mañana
Y es una lucha estéril
la mía contra el sol.
Pues toda sombra tiene
algún rayo de luz que la traspasa.
Laura
Campmany estudió filología hispánica y trabaja como traductora en la Unión
Europea de Bruselas. Ha obtenido varios premios por su faceta poética como el
Premio Poesía de la Feria del Libro y Premio Hiperión. Ha publicado dos
poemarios anteriores a este: Del amor o
del agua y Travesía del olvido.
Este
poema pertenece a su último poemario El
ángel fumador dividido en cinco partes; las primeras dedicadas al amor y
las últimas con un tono mucho más triste y profundo como este que habéis leído.
Campmany me deslumbra por su naturalidad y luminosidad, con su escritura sin
excesos.
He
sentido como mío este poema (también otros del mismo poemario: “en la que la
simple hechura de tu mano me basta”), como he dicho arriba Campmany es muy
natural y vives como propio lo que expresa.
Cuando las cosas se ponen difíciles, cuando el dolor y la tristeza te inundan y
te derrumbas, la belleza siempre está a nuestro alrededor, lo hermoso, para
poder soportar con esperanza los momentos de desolación. No hay nada más que
añadir; queda sólo hacer silencio, un silencio ante “el ruido que me sigue siempre” como dicen mis amigos de Maga en su
último disco Satie contra Godzilla. Y
ahora, por favor..."dejad que las lágrimas me permitan ver las estrellas"
La
comida también posee la cualidad de consolarnos porque nos ofrece sabor y
belleza. Por eso he elegido esta refrescante receta de melón y sandía al agua
de azahar. No sólo es el contraste de colores y sabores, sino también el olor
que nos ayuda a observar el mundo con otros ojos, de otra forma, llenos de
esperanza. La comida puede ayudarnos a ver de otro modo y a entender que dónde
algunos encuentran sólo un final, posiblemente haya en realidad el inicio de
una vida nueva.