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París no se acaba nunca es una novela de Enrique Vila Matas del año 2003 en la que nos habla de esa literatura que se encuentra en el filo de la navaja, en ese límite impreciso entre la realidad y la ficción. El autor nos sitúa en el París de los años 70 momento en el que él vivió allí, en una buhardilla que le alquilaba Marguerite Duras. Por lo tanto, casi podemos hablar de una autobiografía, es decir de realidad; aunque, ¿no podemos inventarnos en parte nuestra biografía, como las recetas, dependiendo de quién esté sentado a la mesa con nosotros?. La autobiografía de un joven escritor que intentó parecerse a su ídolo, Hemingway que decía : París era una fiesta y lo fue durante el tiempo que estuvo allí, pero también en la ciudad de la luz Vila Matas se termina dando cuenta de que está solo consigo mismo y debe empezar a escribir para que sus palabras sean testimonio de la vida.
El libro está estructurado en pequeños capítulos, que sin ninguna unidad consiguen unir en una creíble cadencia estética una historia “que llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida”* Por eso me gusta tanto Vila Matas: porque en sus libros se aprecia la vida y porque continuamente descubre autores nuevos, música, cine, historias.., el escritor catalán nos abre continuamente una ventana a lo nuevo y a la belleza porque ambos van siempre unidos. Lo nuevo debe ser portador de belleza, debe hacer brillar nuestro mundo para que descubramos aspectos que antes no habíamos percibido. Pasa igual en la cocina: una receta nueva lo es en buena medida porque no hace descubrir la calidad y calidez de unos ingredientes que de otra forma pasarían desapercibidos.
*Frase de Marguerite Duras (en la imagen) que aparece en el libro.
Por otro lado, y aunque el autor ha ido cambiando de registro con el tiempo, este libro es muy suyo, en el sentido de que sus obras son pequeñas amalgamas y combinaciones de novela, ensayo y autobiografía; por eso también me encanta. También en una receta encontramos esa mezcla, lo bueno es que con una gran cantidad de ingredientes reconozcamos y disfrutemos de cada uno de los sabores.
París y la literatura son dos de los protagonistas principales; a veces son hasta predecibles, como estos típicos crepes parisinos; pero también sorprendentes por el contenido interior que no esperamos y nos ilumina. Abrir un buen libro, disfrutarlo, se puede parecer, un poco al menos, a abrir un crepe: nos ha atraído su aspecto, la portada, la textura que presenta ante nuestros ojos, pero hasta que nos sumergimos en él, hasta que el primer bocado no estalla en nuestro paladar, no nos hemos asomado a las maravillosas sorpresas que puede ofrecernos. Como París, que no se acaba nunca.
Gracias por la traducción a Katie Stearns.
Qué bellas palabras acompañan a estos crepes, que por otro lado me parecen exqiusitos, una muy buena combinación.
ResponderEliminarEl libro no lo he leido pero me has abierto el interés.
Besos
Parece que Enrique me persigue, precisamente ayer estuve leyendo el relato que Bolaño hizo sobre él. Pero aún no he leído nada suyo. Tendré que hacerlo algún día de estos, y ya aprovecho y preparo unos creps como los de tu receta y así viajar a Paris eternamente.
ResponderEliminarHermosas palabras teniendo como fondo tan bella ciudad, sin duda Vila Matas nunca defrauda.
ResponderEliminarNo he leído la novela de Enrique Vila Matas, pero cuando supe que iría a París leí la de Hemingway y te digo que recorrer toda la ruta literaria me pareció emocionante y hermosa.
ResponderEliminarTu receta es de escándalo, lástima que el chocolate no me guste, pero los creps se ven deliciosos.
Un beso grande!
qué buena la recetas, es facilita y me muero de pensar en la crema de chocolate y avellanas junto con los trocitos de pera...
ResponderEliminarJo, qué ricooo! Peras + almendras ya me encanta pero encima en unas crêpes... ¡me rindo!
ResponderEliminarGenial, como siempre!!
Un abrazo,
Aurélie
Los creps son una tentación! me encantan las fotos de hoy. besitos
ResponderEliminarLa literatura es uno de mis vicios, parte de mi vida....Duras es para mi inigualable en muchos sentidos...y estas creps maravillosas!
ResponderEliminarMil besos.
Linda me acabas de crear una necesidad .....tus crepes! solo pensar en ese relleno de chocolate y pera......
ResponderEliminarsiempre te lo digo pero debo repetirme: me encantan tus fotografías, son tan especiales! un beso
Hola!que buenas recetas, he descubierto esta página www.cazarecetas.com, donde puedes subir tus recetas, promocionar tu blog y además se dan premios a quien más recetas tenga. Quizás te interese. Echale un ojo.
ResponderEliminarUn saludo.
Me encantan los crepes, especialmente los dulces.
ResponderEliminarQue posts tan completos.
Feliz fin de semana!
¡Hola Linda! En la entrada de hoy he premiado tu blog con un Liebster Award, ¡porque me gusta mucho!
ResponderEliminarAhora es tu turno...
Un abrazo,
Aurélie
Linda, me ha encantado el paralelismo que estableces entre los crèpes y los libros. Soy una gran amante de ambas cosas, aunque creo que los libros ganan la batalla. No puedo vivir sin libros, aunque sí sin crèpes, por mucho que me gusten ;-)
ResponderEliminarEn cualquier caso, París es fabuloso en cualquier época y los setenta no habrán sido la excepción. Intentaré comprar este libro de Vilas Matas, me encantan tus reseñas literarias. Enhorabuena por este blog tan estupendo que tienes, cada vez que vengo me encuentro algún tesoro. Gracias!
Un beso.
Gracias a todos. Os puedo asegurar que está delicioso. Animaos!!
ResponderEliminarAurélie te agradezco mucho el premio pero no suelo participar en este tipo de premios.
Un beso a todos.
Esa crema de chocolate y avellanas me enloquece de hecho tengo un árbol de avellano en mi patio es hermoso,los crepés te han quedado de lujo,abrazos y abrazos.-
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