domingo, 13 de mayo de 2012

El sabor de lo que fuimos




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Ignacio Elguero es un periodista y escritor nacido en 1964 que actualmente trabaja como director de radio Nacional de España. Es conocido fundamentalmente por su trabajo en el mundo periodístico: ha colaborado con muchos profesionales y en varios medios de comunicación.

Como poeta es bastante más conocido; su primer poemario data del año 1998 y desde entonces ha publicado varios. Ha recibido algunos premios como el Premio de Poesía Claudio Rodríguez. Recientemente, ha llegado a mis manos su última obra publicada por  Hiperión: Siempre. El siguiente poema está sacado de ella:

La tierra encendida

Hay un globo en mi cuarto.
Una bola azulada
salpicada de rojos, naranjas, amarillos.
Una esfera del mundo
con nombres de países,
de pueblos, continentes.

Pongo un dedo en el mapa y doy vueltas a la esfera.

Es un atlas que gira
iluminado,
como un mundo festivo
de colores, brillante, luminoso.

Esta tierra encendida
de  la infancia,
del tiempo de libélulas,
con sus mares azules del verano
es una estrella rota,
sin puntas, como todas. Una piedra apagada
que otra luz ilumina.

¿Qué vocación de engaño
tiene el mundo
con su apariencia núbil?

Si se funde la luz
¿qué ocurre con el globo de mi cuarto?
¿Cómo se queda el mundo
si se funde la luz
de su fachada?

Como en el poema, el globo terráqueo  es capaz de darnos un instante de nuestro mundo entero, aquello que fuimos, a lo que desearíamos volver o tal vez vernos desde fuera para recordar que también hemos sido felices.
*He acompañado el dahl e un pan típico indio llamado pulkas

El poema va trepando por el árbol de nuestras vidas hasta sus raíces, que curiosamente, están en su copa y la comida, como los olores, es capaz de golpearnos en la memoria para abrirnos a la evanescencia de lo que fuimos, los sabores que fuimos. ¿Cuál es la receta? Unas lentejas, ¿no nos ayudan ellas a conservar  el sabor de lo que fuimos?

Nos encontramos, entramos en nosotros mismos, pero ya no somos idénticos: como estas lentejas. No somos los mismos que delante del globo terráqueo iluminado en la oscuridad soñábamos con viajar lejos, perdernos en un lugar donde nadie nos conociera.

Las lentejas las hemos comido muchas veces y es posible que a todos nos dijeran lo mismo ”quien quiere las come y quien no…” y nos hacían comerlas. Al crecer hemos salido lejos para encontrar lentejas…pero ya no son las mismas. Con la comida pasa como con la vida: buscamos lo nuevo para encontrarnos. En este “dahl” ha sucedido exactamente eso: recuperamos como futuro lo que se nos regaló en el pasado. La comida, como la imaginación, tiene esa extraña propiedad de hacernos salir hacia dentro, de dar pasado a nuestro futuro.
*Gracias a Katie Stearns por la traducción al inglés.

9 comentarios:

  1. Hoy me ha conquistado la receta Linda. Me parece buenísima!

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  2. Me has hecho recorrer el mundo con el dedo, y ver colores bellos, y oler olores nuevos, si todo es por unas lentejas que será lo próximo?...besitos

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  3. En el mundo se vibra, en tus palabras se goza y en tu receta se encierra mucho sabor!

    Besos!

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  4. Yo lo pruebo, es una combinación deliciosa, seguro. Fantástico post!

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  5. Estas lentejas tiene que estar buenísimas. Tengo que probarlas. Desde luego que no se parecen a las típicas.
    Beso

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  6. no encuentro lentejas rojas, las buscaba el otro día para otra receta y nada, ahora veo ésta que también me apetece... tengo que encontrar!
    qué bonita la foto primera, me ha encantado!

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  7. me encanta esta entrada, como siempre. Bss

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