Quien
me conozca, sabe que me gusta el café. Quien me conozca, sabe que me gusta
tomar un café el sábado por la mañana leyendo el periódico. Quien me conozca,
sabe que es en el Hércules. La otra mañana estaba saboreando el primer sorbo
cuando comenzó a sonar El animal, una
canción de Franco Battiato. La había escuchado más veces, pero me llamó la
atención, tal vez porque tenía un café entre mis manos. Sin darme cuenta (aunque quizás lo hiciera de manera
inconsciente) comencé un diálogo con el cantante:
F: Vivir no es muy complicado
E: No estoy de acuerdo-repliqué-, a mí, me parece bastante
lioso.
F: Si puedes renacer después y cambiar varias cosas…
E: Tampoco coincidimos. Hay que vivir ahora-Battiato me miró
y la sombra de su nariz se proyectó sobre su rostro en un gesto que no sé si
era de incomprensión o de asombro, pues claramente él no estaba allí.
F: Las frivolidades y tanta estupidez…
E: Sí, eso sí, habría que acabar con esas cosas-comenté. Él
sonrió pero continuó cantando.
F: Mientes, tú mientes bien.
E: No comencemos, por favor.
F: Cuando te tengo junto a mi, tú me das la razón.
E: No siempre, lo sabes-él se encogió de hombros, pues
además de no haber sido presentados, se
dio cuenta de que yo dialogaba con otro persona, no sé quién, a través de la
letra de su canción.
F: Y quisiera decirte que prefiero estar solo.
E: Sabes que eso es imposible.
F: y el animal que yo llevo dentro…
E: ¿Soy yo?-pregunté.
F: No me ha dejado nunca ser feliz-inclinó la cabeza con un
gesto de nostalgia, pero ¿quién era?
E: Eso depende de ti
F: Me roba todo, hasta el café
E: ¡Con lo que a mi me gusta!
F: Me vuelve esclavo de mis pasiones
E: Las pasiones-dije incorporándome-no pueden ocultarse.
¡Jamás!
F: Sin desistir jamás y nunca espera-él hizo un gesto con la
mano para que permaneciera sentada.
E: La impaciencia
F: Y el animal que yo llevo dentro te ama a ti.
E: Y yo me odio, y quizás todo se une en la misma persona,
como me pasa con otros.
F: Dentro de mí, chispas de fuego y el agua que lo apagará.
Si quieres ver cómo arde, espárcelo en el aire o déjalo en la tierra. Y el
animal…
Acabó
la canción. Quizás, fui yo-o el animal
que llevo dentro-quien le dio al stop. Franco Battiato había dejado una sonrisa
en el aire y yo- o el animal que llevo
dentro de mí-se había acabado el café.
Por
eso ahora, cuando ha empezado el verano, me apetece otro café, un granizado de
café: es delicioso, frío y ahora no, no voy a dejar que me lo roben.
Me encanta el café. Me gusta Battiato. Sencilamente... delicioso
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