Como me temía, un mareo. Me siento en un bar para recuperar el pulso,
saco el libro que guardé en el barco, y llega un leve olor a hierbabuena.
“Las avispas en el vaso de té.
dentro y fuera del vaso de té.
Quietas o volando
alrededor del vaso de té.
Allí, el dulzor condensado
en el agua humeante
de intenso color ámbar.
El perfume inequívoco
de las gotas de azahar
y yerbabuena.”
Estoy en Tánger. He cruzado el estrecho y todo me
parece otro mundo: el sonido del almuédano, los vivos colores, las calles
estrechas, el rostro de la gente, las miradas intensas y el olor a hierbabuena.
No son tantos los kilómetros que me separan de mi tierra, pero observo “la
promesa latente/de una vida distinta”
El viaje de vuelta se transforma en el viaje de
ida, con los ojos aún bien abiertos para “retener” la belleza, acaso ya es
difícil “evitar la deriva”.
Más
allá, Tánger es un poemario de
Álvaro Valverde editado por Tusquets a finales del año 2014 y no sólo es eso: también
la historia de su familia, la infancia
de su madre, el deseo de volver, la imposibilidad de salir de Tánger. Mucho
mejor que yo lo explica mi amiga Almoraima González en el número 377 de la
revista Quimera de la que incluso el
autor de libro se ha hecho eco
en su blog. Tanto ella como yo sabemos que es un poemario “perfecto”, porque comparten con él “igual desgarro”.
La sensualidad
inunda las calles de Tánger, las grandes avenidas, como Pasteur, las
calles estrechas del zoco: haciendo que los sentidos se enciendan y la comida
sea una fiesta. Es un derroche. El cuscús, las “olivas aliñadas", “la carne
tomada por las moscas”, las berenjenas, “el pescado de escamas relucientes y
agallas rojas”. De todas estas comidas he elegido el cuscús, sencillo, con
tomate y cebolla, pero diferente, con una corteza, como el socarrat del arroz,
esa parte crujiente que es la que más les gusta a todos los comensales.
Y sólo me queda recodar esos días pues la
siguiente vez será diferente, “porque la vuelta atrás nunca es posible” allí
queda: Más allá, Tánger.