Si la semana pasada hablaba de que el problema
está en nosotros mismos, conocía de antemano una hipnótica canción que dice prácticamente
lo mismo: somos robots.
Desde que escuché por primera vez esta tema de
Damon Albarn me enganchó, algo que me suele ocurrir con las
cosas que me gustan mucho; pero, además, esta melodía, esta sonoridad tiene algo de
adictivo: no puedo parar de escucharla. Pertenece a su nuevo álbum y se
llama Everyday robots.
El ritmo de la canción revela un mundo
robotizado, lleno de imágenes, de móviles, de pantallas táctiles que llaman
nuestra atención y nos hacen posar la mirada lejos de los ojos de la gente. Ya
no buscamos al otro, no tenemos que buscar otra mirada, sólo figurar y disimular en un mundo de apariencia, en un mundo de mentira... Buscamos a otro robot, idéntico
a nosotros. La canción dice que estamos fuera de nosotros mismos: de hecho,
cuando miramos a los otros que van a nuestro lado en el autobús o en el tren no
vemos nada, sólo nuestro reflejo.
La pregunta que me sugiere esta realidad es cómo
podemos recuperar nuestra humanidad, cómo diferenciarnos de los robots o de los
animales. Y aquí, en la cocina, encuentro una respuesta posible, pues desde que
los hombres somos tales, cocinamos. Pero la cocina no es sólo comer, sino un
proceso que nos pone en relación con los otros (como los comentarios y las
recetas que habéis sugerido nos han puesto en relación) desde el momento de la
compra, en el mercado o en la tienda de nuestro barrio hasta la hora de
sentarnos a la mesa pendientes del otro pasando por las charlas en la cocina acompañadas siempre,
como bien dice Almoraima, de un copa de vino. Sí, la cocina puede
hacernos recuperar esas interioridad que las prisas nos roba con tanta
facilidad. Y digo puede porque también ella está en peligro: ¿no conocemos la
cocina basura o los lugares de comida rápida que tienen medido hasta el tiempo
que ocupamos en las mesas? Nosotros tenemos la posibilidad de hacer que
nuestras cocinas sean una fuente de humanización pues, como decimos a veces, la
cocina es el corazón de nuestras casas.
Y hablando de corazón, gracias a todos por
vuestras sugerencias con la receta de la semana pasada. Ahí va una que reúne un
poco de todo lo que habéis pedido porque alimentarnos supone estar a gusto con
nosotros, sentirnos bien y preocuparnos por los demás. La quinoa es ideal para
los que no comemos carne por su aporte protéico, un toque de especias con el
pesto de perejil y una mezcla de frutos secos: avellanas, nueces, arándano rojo
seco, pasas y un aliño con jengibre para refrescar nuestras vidas y
despertarnos de esa apatía vital: no, no somos robots.
Gracias por la receta. Y te has acordado del jengibre! Me encanta tu blog.
ResponderEliminarAmelia
Comparto plenamente los planteamientos de tu excelente post.Totalmente de acuerdo en las virtudes de la cocina como fuente de humanización: léase creatividad, socialización, ¡o amor! Pero el peligro que mencionas no está solo en la comida basura o en la comida rápida sino también en la superficialidad de nuestro hacer, muchas veces, e inadvertidamente, dictado por la publicidad que nos vende estilos de vida, filosofías baratas que lejos de hacernos más sabios están al servicio de la rueda del consumo insaciable y ansioso. Todo se mezcla en nuestras vidas tan bombardeadas por la trivialidad interesada. Nada es 100% lo que parece, y las dificultades para retirarse un poco del ambiente son muchas, pero estoy contigo en que la cocina es un excelente lugar para empezar a desconectar de lo que nos descentra y reconectar con nosotros mismos y con los que nos rodean.
ResponderEliminarUn abrazo!
Me han entrado unas ganas enormes que comer quinoa, que desde el verano pasado no la pruebo....
ResponderEliminarOh;con lo que me gusta la quinoa Linda.Ya veo que incluiste nuestras recomendaciones.No me irá mal a mi tampoco probarla.Coincido contigo en qué la cocina es el punto neurálgico de la casa,un lugar donde compartir y donde el tiempo se para. Y aún así cada vez cuesta más,smartphones y mil y una tareas muchas veces nos impiden disfrutar del momento.Un beso
ResponderEliminarMe sumo a todo lo que habéis comentado. Y también creo que la cocina es el corazón de una casa. Gracias por el post.
ResponderEliminarMe gustan mucho las reflexiones que habéis hecho. Y habría mucho que decir sobre los sitios de comida rápida, ¿no hablamos en términos contradictorios de comida basura? Hay en la tele un programa que se llama Crónicas carnívoras o algo adí. Da pena. Deberíamos recuperar nuestras tradiciones culinarias. Un beso.
ResponderEliminarBueno, la ensalada está brutal, pero la música, wowww, un descubrimiento, y por cierto, me encanta la última foto, esa forma de ser diferente arriesgada, como si estuviera sobreexpuesta y quemada a un lado, esos desenfoques descarados. Desde luego imprimes en tus entradas un carácter propio. muy, pero que muy bueno. besazos.
ResponderEliminarYo me quedo con el comentario de una amiga haciendo su pan casero " disfrutar de las pequeñas cosas de cada día, que hacen grande cada momento en la mesa".
ResponderEliminarMe llevo la receta, en el casino de mi trabajo hacen la quinoa con mozarella en bolitas y aderezado con pesto, una delicia, pero esto está aún mejor.
Gracias.
La canción no me llega pero.... esta ensalada la tengo que probar este puente!
ResponderEliminarQué bonito el post anterior.
Un beso
Totalmente de acuerdo con los comentarios anteriores. Y la receta, pues qué voy a decir... deliciosa como siempre.
ResponderEliminarBesos