El
pasado siete de noviembre Albert Camus hubiera cumplido cien años, aunque no
vivió ni la mitad de ellos porque un estúpido accidente de tráfico terminó con
su vida a los cuarenta y siete años de edad. En estos días han aparecido varios
artículos sobre él y su obra, y yo, como fiel admiradora, he leído algunos de
ellos. Sólo algunos: confieso que el exceso de información, como de tantas
otras cosas, me abruma. Entre los comentarios que he estado revisando, me ha
llamado la atención algunas de las frases que escribió su hija para la
introducción de un hermoso volumen, publicado el año pasado, donde se recogían
fotos, cartas y recuerdos del autor francés nacido en Argel.
“Albert
Camus no es un padre, pero mi padre es Albert Camus”: nada más lejos de la realidad; al menos, a mi me lo parece.
Camus representa para mí eso, un padre,
sobre todo recordando una de sus frases más famosas: “nadie puede morir en paz
si no ha hecho todo lo posible para que los otros vivan” porque ¿qué es eso
sino un padre? Un padre es la persona
que te cuida, que vigila tus pasos, que te deja caer porque te quiere libre y
te ayuda a levantarte; eso es un padre: una persona que mira por ti, que te
deja vivir. Alguien que no es perfecto, que tiene sus equivocaciones, una
persona severa y estricta pero también “despierto y entusiasta” como dice su
hija.
Camus
casi no conoció a su padre, fue su madre la que luchó contra la miseria de su
infancia. Él fue un padre con un compromiso ético, social y político enorme;
pues si algo le caracteriza es, me parece, su capacidad de comprometerse con el
mundo, amaba este mundo, quizás por eso tuvo hijos y por esa misma razón en las
fotografías familiares siempre se le ve sonriente, con un brillo de felicidad
en los ojos. Tal vez por eso su hija puede recordarlo con amor.
Catherine
ha sido la que se ha encargado de todos los asuntos públicos referentes a su
padre, pero con motivo del centenario su hermano mellizo, Jean, ha salido a la
luz comentando algunas ideas y opiniones del escritor. Lo maravilloso de todo
esto es que siendo Camus un excelente escritor, dramaturgo y filósofo (pese a
que algunos lo duden) nos quedamos con la imagen de un padre, un hombre
luminoso que ante todo buscaba la felicidad. Empujaba a la piscina a sus hijos
aunque no supieran nadar porque sabían que tenían miedo pero: “lo que
da valor al viaje es el miedo. El viaje quiebra en nosotros una especie de
decorado interior […] Pero asimismo, al
sentir nuestra alma enferma, le otorgamos a cada ser, a cada objeto, su valor
de milagro”
Camus
siempre será especial, siempre se mantuvo firme ante la vida, siempre supo
salir adelante y eso también lo hace un padre, porque debe enfrentarse a sus
miedos, muchas veces no sabe, otras duda, pero siempre seguirá un camino
luminoso.
Un
padre siempre intentará darle a su hijo lo mejor pero también que este esté
contento con eso que se le ofrece. Por eso, una manzana caramelizada porque es
sana para el padre y atractiva y dulce para el hijo.
Camus es uno de mis autores favoritos, pero nunca se me habría ocurrido presentarlo como padre. Me ha encantado la entrada. Felicidades
ResponderEliminar¿Pareceré demasiado mundano si dejo de lado a Camus y me centro exclusivamente en mi admiración por esas manzanas caramelizadas? En mi descargo podría añadir que las manzanas caramelizadas, y más concretamente ese primer bocado que atraviesa el caramelo y la superficie de la manzana, que rompe la frontera entre el dulzor empalagoso del caramelo y la acidez habitual de las manzanas, tienen para mi algo de Proust y de viaje sentimental a una infancia recordada casi siempre como feliz.
ResponderEliminarPreciosa entrada.
Camus, tanto lo amamos...tantos...sus letras me inspiraron desde siempre, de muy joven a volar más allá de lo obvio y me encanta que compartas esas frases de su hija...este domingo pasaron ya tres años de ausencia del mío, el mejor para mi, un tipazo. Gracias por estas manzanas...por tanta belleza.
ResponderEliminarBeso.
No soy una gran lectora, pero Camus se encuentra entre mis favoritos. Has elegido una perspectiva original para presentarlo; pero lo que me parecen deliciosas son las manzanas que has hecho con tanto colorido: un toque de alegría en nuestras vidas un poco grises. Gracias por la entrada: me ha animado.
ResponderEliminarCamus, nunca lo había visto como un padre. Sí como al alumno que gracias a una madre coraje y a un profesor único, que supo sacar el brillo del que hubiera sido un niño pobre, acabó siendo un Nobel. Ese bien, la educación que por desgracia sigue siendo más que nunca de actualidad. Gracias por la entrada Linda y por las manzanas, lucen preciosas.
ResponderEliminarQue linda descripción de Camus, gran escritor, tengo todos sus libros y soy también una admiradora de este fallecido escritor.
ResponderEliminarConoces a Scout Niblett, creo que te gustará.
Exquisitas las manzanas, un abrazo!
preciosa foto Linda!!!! besitos
ResponderEliminarHola preciosa, me ha gustado mucho como has hablado de Camús,
ResponderEliminarYo de niña comía manzana de caramelo en la feria, me has llevado al pasado con esta historia tan bella.
Mil besos
Es el "dulce de feria" que más me gusta y si rico para el padre y para el hijo, y esta me apetece mucho.
ResponderEliminarUn besito
Deliciosas.
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