La Primavera de Sandro Botticelli es una
de las obras más conocidas del Renacimiento italiano; un verdadero canto a la
Naturaleza, a la vida. En la escena
aparecen varios personajes mitológicos: Venus, Céfiro, Mercurio, las Tres
Gracias, Flora y Cloris; rodeados de naranjos, laureles y flores, muchas
flores. Esta representación ha sido interpretada de diferentes formas:
alegoría del amor platónico, alegoría
política pero quizás la más simple es la más hermosa; una representación de la
armonía entre naturaleza y humanidad. La
naturaleza bailando con la humanidad, jugando con ella y los personajes llenos
de melancolía flotando en la vegetación,
celebrando la llegada de esta estación, la despedida del invierno. El movimiento ondulado, las transparencias
todas esas características de Botticelli que nos invitan a vivir y a
celebrarlo.
La presencia del viento y de Cloris pueden ser un homenaje a Simonetta Vespucci, modelo de muchas de las obras del artista florentino, que murió años antes de que Botticelli terminara la obra. De hecho, el viento está agarrando a la ninfa, que se escapa. Hay un juego de colores: el gris (la muerte), que no consigue detener a la ninfa que huye de las garras de la muerte. ¿No es el triunfo de la vida? La primavera responde al modelo de Simonetta Vespucci, como la gran mayoría de las Vírgenes de Botticelli, que aparece descentrada pero en el centro de la composición y es a ella a quien se dirige la ninfa: la muerte no tiene la última palabra sobre la vida. ¿Estuvo el pintor enamorado de Simonetta? Eso parece, incluso se hizo enterrar en la misma iglesia más de treinta años después de la muerte de ella. El amor triunfa sobre la muerte y siempre nos da vida. Y esto tiene mucho que ver con la comida porque quien cocina para nosotros nos ofrece vida. Sin duda, la primavera llega del invierno y está llena de contrastes, como el sandwich ;pero hay algo más: unas manos lo han hecho para nosotros y nos ofrecen vida. Comer es así, no sólo un acto de afirmación de la vida , sino de celebración: por eso cuando hacemos fiesta nos reunimos alrededor de la comida. También con este sándwich que nos invita a celebrar no sólo el regreso de la primavera sino también el triunfo de la vida y la belleza. Aprovechémoslo.
Es una delicia el post de hoy, por la combinación de mermelada y queso, por Boticelli y por tus palabras.
ResponderEliminarBeso.
Me encantan las obras de Boticelli. Y esta es con tu receta una maravillosa invitación a la primavera. Has hecho un post magnífico.
ResponderEliminarRecuerdo haber estudiado a este pintor en el colegio, la vida de ellos a veces no es tan fascinante como sus obras, otras veces están bien conjugadas y si tú le añades un delicioso sándwich terminas la obra perfecta.
ResponderEliminarUn besito
Que la vie soit l'aliment de la lumière inépuisable
ResponderEliminarQué bueno está el Cheddar cuando es bueno, eh?
ResponderEliminarPreciosa alegoría a la primavera, como tú dice, tan deseada, a través del arte y de ingredientes tan sencillos y ricos.
ResponderEliminarQue lindas palabras, siempre sabes mezclar tan bien todo.
ResponderEliminarLa naranja y el queso nunca lo he probado, lo haré.
Besos.
Qué rico! Nunca he probado la combinación de naranja y queso, pero vamos, que debe estar de vicio!
ResponderEliminarBesos
Me encanta tu sandwich!!! esa combinación dulce-salado es mi perdición. Las fotografías son bellísimas!!!! muchos besos
ResponderEliminarNunca hubiera hecho esta mezcla, lo voy a probar.
ResponderEliminarMil besos guapa.
Creo que este sandwich debe ser simplemente buenísimo!
ResponderEliminarEn cuanto a tus explicaciones, pienso como tu que preparar una comuda es un acto de amor, que da vida.