Cómo robar un millón es una película de
1966 rodada por William Wyler. Quizás podemos afirmar que se trata de una
película menor, el director estaba al final de su carrera y se esperaba de él otro tipo de cine. Por otro lado, es una película encantadora, muy de los años sesenta en todos los aspectos
y llena de ironía.
Nicole
(Audrey Hepburn) es una joven que más bien parece madre de su padre, un
prestigioso “coleccionista” de arte que cede su Venus de Cellini a un museo
para una exposición. Nicole se las arregla con Simon Demott (Peter O`Toole)
para impedir que se descubra el secreto de su padre.
Las exteriores
se tomaron en París, eso, más la presencia de los dos actores principales,
impregna a la película de una sencilla elegancia. Audrey Hepburn, por última
vez en el cine, vestida de Givenchy, está fantástica con un camisón, un abrigo
fucsia y unas botas de agua; él Peter O’Toole no se queda atrás con su
impresionante porte irlandés. Una historia en que lo falso parece ser
verdadero: se retrata el mundo del arte como lo que muchas veces es, un puro
artificio. A veces, las apariencias
engañan o, como solemos decir, una imagen vale más que mil palabras…
Lo
visual llama poderosamente la atención, aunque como siempre, la banda sonora es
digna de mención, realizada por un entonces novato John Williams, consiguió
ponerse con precisión al servicio de la historia.
Como
en la película con este falso changurro a la donostiarra: cuando creemos probar
una cosa, sentimos otra y de esa manera descubrimos algo nuevo, quizás sin la
misma calidad pero con una gracia distinta. Muchos pueden no darse cuenta, la
falsedad en la cocina nunca es tal si los ingredientes son auténticos. A veces
es incluso un reto, pues si estamos cocinando algo y descubrimos que nos falta
un ingrediente, nos vemos en la obligación de improvisar. Más tarde, sobre el
mantel, los críticos tendrán que emitir su veredicto…si llegan a darse cuenta,
muchos ni lo notaran. Sí, como la Venus de Cellini, a veces un palto es tan
falso que es verdaderamente auténtico.
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¡Oh! fantástica Audrey, ideal esta película para celebrar una fecha suya.
ResponderEliminarNo soy muy fan del surimi, pero seguro que encuentro algo con lo que sustituirlo.
En conchas, precioso.
Besotes
A veces pasa lo que cuentas con los vinos. Y dices algo que me parece muy cierto: si los ingredientes son auténticos, no hay nada falso en la cocina. Hacen veinte años desde la muerte de Audrey y es un bonito homenaje el que le has hecho, Linda.
ResponderEliminarLa escena del beso de esa película es de mis favoritas...(te la tomo prestada además) y la receta es arrebatadoramente hermosa.
ResponderEliminarBeso!
Concuerdo con Myte, que lindo momento.
ResponderEliminarLa receta me encanta, se me hizo agua la boca.
Besos!
A mi Audrey me gusta, bueno y a quién no? es tan esbelta y delicada, todo al contrario que yo, jajaja
ResponderEliminarAsí que lo verdaderamente falso también gusta, y éste es delicioso.
Besitos
Pues la verdad es que no creo haber visto esta pelo, a ver si le pongo remedio pronto! Y en cuanto a la propuesta culinaria, me ha encantado, sobre todo la presentación!
ResponderEliminarBesos.
Soy de la liga contra el surimi, que lo sepas!
ResponderEliminarNo he visto la peli pero verla con unas tostaditas de tu falso txangurro para picar me parece un planazo para una tarde de sábado.
ResponderEliminarohhh me encanta Audrey, todas su pelis y este falso txangurro me encanta tb. me llevo la receta. Bss
ResponderEliminarme encanta la receta, pero sobre todo... voy a ver otra vez esta película, sé que la he visto pero no me acuerdo de nada!!
ResponderEliminarSoy más de bacalao que de surimi, pero de la que soy fan total es de la prota de la peli.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.