sábado, 26 de enero de 2013

¿Nunca te lo he dicho?




Dominique A (Ainé) es un músico francés nacido en 1968 y con una larga trayectoria artística. Comenzó a trabajar en los años 90 y desde entonces ha cambiado de estilo en varias ocasiones; en la actualidad ha hecho una pequeña gira por España, que terminó ayer, con su último disco Vers le leurs (Hacia la luz), uno de los mejores, que ha publicado el sello sevillano Green Ufos. Ha trabajado con artistas como Yann Tiersen, Françoise Breut, Sebastiàn Delerm y sigue componiendo para estos  y muchos otros.


Una de sus canciones más conocidas, y una de mis preferidas (no soy la única, mi amiga Jose me acompaña en esto y otras muchas cosas) es Inmortels. Está incluida en La musique, un disco del 2010 en el que podemos encontrar otras joyas como Hotel Congress o Hasta que el cuerpo aguante, y claro, no podemos olvidar Le courage des oiseaux, Le twenty two bar, Loin du soleil, L`horizon o L'amour repartidas por toda su discografía.

¿Por qué Inmortels? ¿No te lo había dicho antes? Porque somos inmortales, te has ido pero ya lo sabías. Imagina que nada termine jamás, me darás la mano y todo seguirá igual porque aunque no estés ahí, eres más inmortal que yo; pero te sigo de cerca. ¿No te lo he dicho nunca? Somos inmortales.

Así, inmortal parece esté hombre encima del escenario, con una fuerza apabullante,  transmite su pasión por lo que hace de una forma rabiosa, te agita y te hace sentir que nada terminará nunca y seremos eternos. Hace tres días pasó por mi ciudad y, por supuesto, no me lo perdí, la sensación que traslada es extraordinaria, canción tras canción sin parar ni un solo segundo; te arrasa y te arrolla como un viento del norte. Se entregó hasta en los bises que fueron cuatro canciones, entre ellas, Inmortels como queriendo decirnos algo y tocando todos los registros: el dramatismo de algunos temas rockeros como Pafois j’etends des cris u otros más armoniosos y sensibles como Le sens. Un directo imprescindible e inolvidable.

En el vídeo que os dejo por aquí aparece corriendo: es un hombre poderoso, va por un camino recto, sin parar y sabe que está cansado, pero no importa, llegará.


Para llegar también necesita esta crema de espinacas  y los garbanzos especiados, el verde de la verdura, la esperanza viva,  lo vivificante, el vigor y la contundencia de los garbanzos. Un plato antioxidante, necesario para llegar, para seguir adelante, continuar y sentir extenuación y, sobre todo, la satisfacción de sentirse vivo, de existir precisamente en este momento. Quizás vivir el momento sea la única forma de ser inmortal y, así, saborear esta crema puede ayudarnos a sentirnos vivos ahora, inmortales.



(Os dejo también, para los que no habéis podido verlo y os hubiera gustado, un mini concierto para Radio 3)

domingo, 20 de enero de 2013

Lo verdaderamente falso






Cómo robar un millón es una película de 1966 rodada por William Wyler. Quizás podemos afirmar que se trata de una película menor, el director estaba al final de su carrera y se esperaba  de él otro tipo de cine.  Por otro lado, es una película encantadora,  muy de los años sesenta en todos los aspectos y llena de ironía.

Nicole (Audrey Hepburn) es una joven que más bien parece madre de su padre, un prestigioso “coleccionista” de arte que cede su Venus de Cellini a un museo para una exposición. Nicole se las arregla con Simon Demott (Peter O`Toole) para impedir que se descubra el secreto de su padre.

Las exteriores se tomaron en París, eso, más la presencia de los dos actores principales, impregna a la película de una sencilla elegancia. Audrey Hepburn, por última vez en el cine, vestida de Givenchy, está fantástica con un camisón, un abrigo fucsia y unas botas de agua; él Peter O’Toole no se queda atrás con su impresionante porte irlandés. Una historia en que lo falso parece ser verdadero: se retrata el mundo del arte como lo que muchas veces es, un puro artificio.  A veces, las apariencias engañan o, como solemos decir, una imagen vale más que mil palabras…




Lo visual llama poderosamente la atención, aunque como siempre, la banda sonora es digna de mención, realizada por un entonces novato John Williams, consiguió ponerse con precisión al servicio de la historia.


Como en la película con este falso changurro a la donostiarra: cuando creemos probar una cosa, sentimos otra y de esa manera descubrimos algo nuevo, quizás sin la misma calidad pero con una gracia distinta. Muchos pueden no darse cuenta, la falsedad en la cocina nunca es tal si los ingredientes son auténticos. A veces es incluso un reto, pues si estamos cocinando algo y descubrimos que nos falta un ingrediente, nos vemos en la obligación de improvisar. Más tarde, sobre el mantel, los críticos tendrán que emitir su veredicto…si llegan a darse cuenta, muchos ni lo notaran. Sí, como la Venus de Cellini, a veces un palto es tan falso que es verdaderamente auténtico.
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domingo, 13 de enero de 2013

Incorregible belleza


Lo incorregible

Esta es mi belleza poco seria
Y es frágil como los cabellos o como el cristal

Coloco mis aparejos de cantar
En el linde de las capitales en vísperas del terror

            Aquí la pequeña copa de aturdimiento
            Y una cuerda como un grillo muerto
            Un laúd más grande que la mano de un niño
            Una sombra falsa una risa fingida

            He aquí un cofrecito con los colores del atardecer
            Un estuche de caricias un frasquito de lágrimas
            Un rizo de música y de juventud

            Lo portaré con el pan y el amor
            Cuando mi cuerpo atraviese las vías de hierro

            Esta es mi frágil belleza
            Coloco mis aparejos de cantar
            En el linde de los mares en la arena movediza

Y la ola al ver mi frivolidad
Me ofrece una piedra en vez de una flor


Este es un poema que pertenece al libro Poesía completa de Zbigniew Herbert publicado recientemente en España la editorial Lumen y ene el que se recoge toda su obra lírica. Herbert nació en Lvov (Polonia y hoy parte de Ucrania), hijo de una banquero y nieto de un profesor de inglés que viajo a Polonia desde Gran Bretaña (de ahí su apellido) La infancia del poeta transcurrió durante la II Guerra Mundial, formó parte de la resistencia y vivió en Estados Unidos, Berlín y París; finalmente murió en Varsovia en 1998.  Es conocido no sólo por sus poemas también por algunos ensayos como Un bárbaro en el jardín.

Este poema es uno de los que más me ha llamado la atención. El título me trae recuerdos de la infancia: lo incorregible, la imposibilidad de remediar algo, por cabezonería. Es verdad que hay ciertas partes de nuestra personalidad que nos resultan imposible corregir, aun cuando ya no somos tan niños. Insistimos, tropezamos y volvemos a tropezar; algunas de esas “faltas” pueden ser superficiales, insignificantes para los demás pero grandes para nosotros.

La poesía se encuentra en el libro Hermes, el perro y la estrella de 1957, cuando Herbert tenía solo treinta y tres años. El poema repite dos veces “belleza frágil” y con esta expresión se refiere a  lo que nos encontramos en la vida y se quiebra con mucha facilidad. La belleza es frágil y quizás a  alguno le parezca algo poco serio o frívolo, pero en realidad es lo que le da sentido a la existencia, al menos,  a la mía. La belleza también nos otorga identidad, a esta belleza es a la que canta el poeta desde el abismo (“linde de los mares”); una defensa del oficio de poeta o de otros oficios creativos pues canta a lo que nos redime va, a la belleza que nos rescata cuando todo está a punto de hundirse. Todo lo bello es frágil  pero lo que no salva es “un laúd, el pan, el amor…” y el poeta no puedo evitar dedicarse a lo incorregible que es la esperanza, la voz que mira a la belleza en un mundo que se hunde.

Todos necesitamos la belleza y ser rescatados de un mundo que se desmorona. El pan de chirivías podría hacerlo, las pequeñas cosas que descubres y te hacen los días más fáciles, el estar entusiasmado por ellas también, ser consciente de que no lo conoces todo ni lo sabes todo (por que la belleza siempre es nueva) y, por supuesto, tener cerca a gente que quieres y te ayuda, hacer fuerte y grande una nueva amistad  que se entrega con toda su generosidad y una bolsa de chirivías. Gracias Tami.  



sábado, 5 de enero de 2013

La cocina universal




En España es uno de los países en el que el día de la Epifanía tienes características especiales: los niños escriben una carta a los Reyes Magos antes de ese día para recibir los regalos deseados; el seis de enero y la tarde noche anterior se consume el roscón de reyes que tanto estamos viendo por la red en estos días.

En otros lugares, como Francia, no es un día de vacaciones,  pero se celebra la fecha con otros dulces típicos como este que os presento hoy: “la galette des rois”; algo nuevo para muchos, al menos diferente, que celebra la fiesta cristiana en la que Jesús se hace presente en la Tierra, “se da a conocer”.

Entre las muchas obras cuyo tema es la Epifanía, he elegido ésta de Velázquez porque me parece especial: siento absoluta admiración al pensar que fue realizada cuando el pintor tenía diecinueve años. En la obra[aparecen reflejados miembros de su familia y esconde (como siempre en el sorprendente pintor sevillano) un sentido oculto.


Como en otras ocasiones tenemos delante una obra de arte y una receta. Uno podría pensar en como las enlaza, pero tanto la obra como la receta hablan por sí misma, nos dicen algo y se relacionan. La receta, para la mayoría, será tal vez nueva y en relación con la Epifanía me plantea preguntas: ¿qué debemos preparar: aquello que esperan de nosotros o es mejor sorprender? y, de la misma manera ¿qué debemos regalar: aquello que nos han pedido o lo que nos gusta para la persona en concreto?

Un dulce francés en una fiesta ticamente española porque la gastronomía también es universal y lo importante no es eliminar las diferencias, sino disfrutarlas. La cocina también es una forma de abrirse a los demás, me parece que debemos aprender a mirar un poco más allá de lo que tenemos a mano.

La “galette des rois” es un dulce típicamente francés; la pintura de Velázquez está referida también a la Epifanía, pero ¿qué tienes que ver con Franca? Pues resulta que enlaza perfectamente  el país puesto que en la esquina inferior del lienzo aparece un espino que parece ser una alusión a  la reliquia de la corona de espinas que poseía el rey santo de Francia, para lo que hizo construir la maravillosa Sainte Chapelle ya que el cuadro fue encargado para el noviciado jesuita de San Luis de los Franceses, en Sevilla.  Aparecen representados los Reyes Magos, un paje, María con San José a la espalda y el niño. Según algunos estudiosos su yerno y maestro, Francisco Pacheco, estaría representado como Melchor, su mujer sería la Virgen con su hija recién nacida y el propio artista, Gaspar.

De manera tan simple descubrimos un significado a todo esto:  la importancia de aquello que se nos da como dádiva, sin esperarlo, como una fantástica nueva sorpresa que nos ilumina y nos emociona. Lo lógico sería que todos esperásemos un único regalo: disfrutar de la familia y los amigos, de la gente a la que quieres y comenzar un año nuevo lleno de ilusiones.

Y a vosotros os dejo aquí mi pequeño presente: Le gâteau des rois de Greuze.