Scroll down for English version
Ignacio
Elguero es un periodista y escritor nacido en 1964 que actualmente trabaja como
director de radio Nacional de España. Es conocido fundamentalmente por su
trabajo en el mundo periodístico: ha colaborado con muchos profesionales y en
varios medios de comunicación.
Como
poeta es bastante más conocido; su primer poemario data del año 1998 y desde
entonces ha publicado varios. Ha recibido algunos premios como el Premio de Poesía
Claudio Rodríguez. Recientemente, ha llegado a mis manos su última obra
publicada por Hiperión: Siempre. El siguiente poema está sacado
de ella:
La
tierra encendida
Hay
un globo en mi cuarto.
Una
bola azulada
salpicada
de rojos, naranjas, amarillos.
Una
esfera del mundo
con
nombres de países,
de
pueblos, continentes.
Pongo
un dedo en el mapa y doy vueltas a la esfera.
Es
un atlas que gira
iluminado,
como
un mundo festivo
de
colores, brillante, luminoso.
Esta
tierra encendida
de la infancia,
del
tiempo de libélulas,
con
sus mares azules del verano
es
una estrella rota,
sin
puntas, como todas. Una piedra apagada
que
otra luz ilumina.
¿Qué
vocación de engaño
tiene
el mundo
con
su apariencia núbil?
Si
se funde la luz
¿qué
ocurre con el globo de mi cuarto?
¿Cómo
se queda el mundo
si
se funde la luz
de
su fachada?
Como
en el poema, el globo terráqueo es capaz
de darnos un instante de nuestro mundo entero, aquello que fuimos, a lo que
desearíamos volver o tal vez vernos desde fuera para recordar que también hemos
sido felices.
*He acompañado el dahl e un pan típico indio llamado pulkas
El
poema va trepando por el árbol de nuestras vidas hasta sus raíces, que
curiosamente, están en su copa y la comida, como los olores, es capaz de
golpearnos en la memoria para abrirnos a la evanescencia de lo que fuimos, los
sabores que fuimos. ¿Cuál es la receta? Unas lentejas, ¿no nos ayudan ellas a
conservar el sabor de lo que fuimos?
Nos
encontramos, entramos en nosotros mismos, pero ya no somos idénticos: como estas
lentejas. No somos los mismos que delante del globo terráqueo iluminado en la
oscuridad soñábamos con viajar lejos, perdernos en un lugar donde nadie nos
conociera.
Las
lentejas las hemos comido muchas veces y es posible que a todos nos dijeran lo
mismo ”quien quiere las come y quien no…” y nos hacían comerlas. Al crecer
hemos salido lejos para encontrar
lentejas…pero ya no son las mismas. Con la comida pasa como con la vida:
buscamos lo nuevo para encontrarnos. En este “dahl” ha sucedido exactamente
eso: recuperamos como futuro lo que se nos regaló en el pasado. La comida, como
la imaginación, tiene esa extraña propiedad de hacernos salir hacia dentro, de
dar pasado a nuestro futuro.
*Gracias a Katie Stearns por la traducción al inglés.
Hoy me ha conquistado la receta Linda. Me parece buenísima!
ResponderEliminarMe has hecho recorrer el mundo con el dedo, y ver colores bellos, y oler olores nuevos, si todo es por unas lentejas que será lo próximo?...besitos
ResponderEliminarPruébala Lucía, te va a encantar!
ResponderEliminarEn el mundo se vibra, en tus palabras se goza y en tu receta se encierra mucho sabor!
ResponderEliminarBesos!
Yo lo pruebo, es una combinación deliciosa, seguro. Fantástico post!
ResponderEliminarEstas lentejas tiene que estar buenísimas. Tengo que probarlas. Desde luego que no se parecen a las típicas.
ResponderEliminarBeso
no encuentro lentejas rojas, las buscaba el otro día para otra receta y nada, ahora veo ésta que también me apetece... tengo que encontrar!
ResponderEliminarqué bonita la foto primera, me ha encantado!
me encanta esta entrada, como siempre. Bss
ResponderEliminarGracias a todos. Besos
ResponderEliminar