Oblómov es una novela del escritor ruso
Iván A. Goncharov a la que me ha llevado (como dije en el anterior post) El aire de Dylan, última obra de Enrique
Vila Matas. En este último volumen se hace referencia al protagonista como una persona cercana al oblmovismo por su indolencia y su
atracción por el fracaso.
¿Qué
es el oblomovismo? ¿Quién es Oblómov? Es
un terrateniente ruso que vive anclado en la apatía y el hastío de vivir. Goncharov
nos lo presenta permanentemente recostado en su diván mientras deja pasar la
vida. La historia recrea muy bien el ambiente de la época en que se publicó,
1859. Asistimos a una historia todavía inmersa en la Rusia zarista con una sociedad dividida
en terratenientes y criados. Precisamente el criado de Oblómov, Zajar, es uno
de los personajes más carismáticos de la historia. Quizás sea Zajar, al que a
veces se refiere despectivamente como Zajarka, el contrapeso vital y literario
de Oblómov: los diálogos que se producen entre ellos parecen un ejercicio
musical de contrapuntístico, pues sus voces son independientes, pero parecen
alcanzar el equilibrio. Zajar es siempre siervo, sin duda, pero no es servil
aunque si un poco cascarrabias, y parece más bien Oblómov quien depende de Zajar recordándonos
la vieja dialéctica señor y esclavo. Las únicas personas que hacen reaccionar a
Oblómov en cierta manera son su amigo de la infancia, Sholz y su enamorada,
Olga.
Ante
Oblómov la receta de hoy no podía ser otra que un desayuno tardío en la cama,
unos cereales con manzana y avena que enlazan con la receta anterior de los
muffins y, una vez más, con Vila Matas. Oblómov es un personaje apático que
necesita ánimos y empuje para lanzarse a la vida.
Hay
platos o recetas que tienen la propiedad
de levantarnos para que vivamos y disfrutemos de la existencia, pues a
su manera nos dan fuerzas para luchar por lo que queremos. Si la vida es una
búsqueda, ¿no lo será también el alimento de la vida y la cocina? Si, ésta es
capaz de animarnos y ponernos en pie transformando nuestros estados de ánimo
casi en un segundo. Y semejante cambio no se produce sólo cuando comemos:
también cuando metemos las manos en la masa, pues es portentosa la satisfacción
que experimentamos cuando hacemos un plato delicioso. En la vida no todo nos
sale a la primera, en la cocina puede pasarnos lo mismo, pero ella nos da la
ilusión y la energía necesarias para
ponernos de pie otra vez y acabar haciendo ese palto que se nos resistía, aquel
que nos parecía tan difícil y casi inalcanzable. Finalmente está sobre la mesa
y podemos disfrutarlo con nuestros amigos. La cocina por estas cosas es
también una forma de superación, una
entrega que busca la realización de nuestros sueños. Al leer Oblómov sentía que
le faltaban las fuerzas e incluso parecía deprimido: este maravilloso desayuno
quizás pudiera ayudarlo a levantar la cabeza, ponerse en pie y asomarse a la
ventana: el día nos espera y nuestra vida está delante de nosotros
Y
puesto que también nosotros somos contemporáneos de Oblómov (una de las cualidades
de la buena literatura) quiero dejar como acompañamiento una fantástica canción
para desayunar y levantarnos. Es de The Drums y la letra nos invita a
levantarnos porque hace una hermosa mañana…
Wake up, it's a beautiful morning
Honey, while the stars are still
shining
Wake up, would you like to go with
me
Honey, take a run down to the beach
Gracias a Katie Stearn por la traducción.
Los escritores rusos y polacos me gustan mucho, aunque las histórias algo depres no tanto.
ResponderEliminarSeguro que con un alimento matutino como estos nadie queda con la moral baja :).
Delicioso.
Bss.
Eres un pozo de sabiduría, Linda! siempre me parece muy interesante lo que escribes. Y la mayoría de veces me descubres cosas sobre las que no tenía ni idea. Hoy también.
ResponderEliminarTu reflexión sobre la cocina me ha conmovido; una entrada llena de energía y ganas de vivir, sin duda alguna.
ResponderEliminarMagnífica entrada y pese a que el tal Oblomov resulte deprimente un desayuno como el que nos propones levanta el ánimo. Y también creo que la cocina nos hace superarnos.
ResponderEliminarBuena manera de empezar el día y con energía.
ResponderEliminarBesos.
No tengo historia ni saber sobre la literatura rusa, me queda lejana y no hice nada para atraerla, aunque leerte se me hace ameno y no sé si a Oblomov le hubiera gustado este desayuno, pero a mi me ha encantado. Besitos
ResponderEliminarBueno, al ser un 50% rusa, tu entrada de hoy me ha conmovido mucho. Gracias :) Amo la literatura clásica rusa, no sabes la avalancha de recuerdos y asociaciones que me trae releer a viejos conocidos. Sin embargo, aunque sí conozco la obra, no la he leído todavía, qué pena. Pero me han encantado tus reflexiones y la conexión que has hecho con la comida y con este maravilloso desayuno.
ResponderEliminarUn besito.
Gracias a todos. Mil besos
ResponderEliminarMe tomo nota de esa novela rusa y tu desayuno para empezar el día genial.
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