El erizo (Le Hérisson) es una película de Mona Achache protagonizada por Josiane Balasko y, como ocurre mucha veces con las adaptaciones, es mucho menos conocida que el libro que le ha dado forma: La elegancia del erizo (L’élégance du hérisson) de Muriel Barbery. Tanto la película como el libro son producciones francesas y he tenido la suerte de poderla ver en versión original. Os dejo el cartel francés, por cierto, mucho mejor que el español.
La protagonista es una niña un tanto impertinente y repelente llamada Paloma Josse. La chica vive en un inmueble parisino muy elegante donde se hace amiga de la portera del edificio, llamada René Michel. Esta tiene un aspecto bastante sobrio y parece una mujer muy seria, pero la llegada de otro vecino despierta cierto interés en Renée. Ya he dicho en alguna ocasión que los espíritus se huelen y esto sucede entre la mujer, la niña y Kakuro Ozu, el nuevo inquilino. Los tres interesados por los libros, los tres interesados por la cultura oriental, especialmente la japonesa, los tres interesados por el interior de las personas. Curiosamente cada uno de ellos pertenecen a un mundo diferente, a un estrato social distinto pero comparten aficiones e intereses que los llevan a unirse y a mantener una enriquecedora amistad también alimentada con té y chocolate. El té y el chocolate son los alimentos preferidos de Renée y disfruta de ellos leyendo porque la mayoría de las veces la comida es algo más que alimento para el cuerpo, es un ritual, algo que nos hace sentirnos cómodos y protegidos. Creo que todos alguna vez hemos comido algo con un estricto ceremonial, algo casi protocolario y litúrgico que nos resguarda y ampara del exterior.
Esto ocurre con la ceremonia del té: una forma de preparar el té verde o matcha influenciada por el budismo, puesto que fueron los monjes budistas quienes introdujeron el té en Japón. La persona que realiza la ceremonia debe estar familiarizada con la producción y los tipos de té además del kimono, la caligrafía, el arreglo floral o ikebana, la cerámica y otras disciplinas. Todo ello durante unas horas que nos alejan de la realidad y nos acercan a la estética wabi: la quietud y el refinamiento.
¿Y el erizo? El erizo es esa capa que todos nos colocamos para protegernos del exterior y nos lleva a tener ocultas nuestras pasiones más importantes, a defendernos, en este caso, de la superficialidad que nos rodea. Con los erizos pasa igual que con estas trufas de chocolate blanco y té matcha: tienen algo por fuera que nos resulta chocante, incluso extraño pero si la conocemos en la intimidad, si probamos el interior, tenemos la suerte de que las defensas desaparecen y hallamos un interior luminoso, delicioso.
la peli no la he visto y el té macha no lo he probado, así que ya tengo más cosas para mi lista de pendientes!!! besitos guapa
ResponderEliminarA tus pies !!una entrada fascinante,tierna ,llena de sabiduria !!las fotos geniales como nos tienes acostumbrados.El erizo es esa coraza que nos ponemos para poder respirar .Al igual que estas maravillosas trufas que nos muestras sorprendes y muy imaginativas...una trufa verde!! genial!!!
ResponderEliminarviene de genio!!!
Un abrazo muy grande.
Y a mi que al principio me habían parecido higos chumbos...jajaja.Un saludo.
ResponderEliminarNunca he probado el té matcha y tiene un color precioso!
ResponderEliminarMe encanta la cultura japonesa, me parece increíble como mantienen sus tradiciones.
Feliz semana.
Ummm como me han gustado estos bombones verdes de chocolate blanco, los tengo que hacer!! que original debe ser esta combinación! un besito guapa
ResponderEliminarSencillamente magistral la entrada de hoy! que delicia de trufas, quedan tan hermosas con el té matcha y el contraste al corte es magnífico.
ResponderEliminarEn casa somos unos apasionados del cine francés..... antes cuando viviamos en Barcelona cada semana hacíamos sesión de película en los cines Verdi que solo proyectan pelis independientes y en VO. Nos gusta lo auténtico y personal como dice mi compi.
Me anoto sin duda la peli y ya te diré que tal. Por lo que cuentas nos encanta seguro!
Besos!!!
Doy fe de que esas trufas de matcha estaban exquisitas :-)
ResponderEliminarNo he visto la película, pero sí leí en su día el libro, fue todo un éxito editorial en Francia y mi madre y yo nos contagiamos :-)
Un abrazo,
qué ricas! sí, resultan chocantes, ese es parte del encanto, y son muy fotogénicas!
ResponderEliminarbesos
pues yo no me la voy a perder además en francés para seguir perfeccionando el idioma, que me está costando un montón,,les entiendo pero les hablo en inglés es curioso pero me resulta ridículo hablarlo, es que vivo en paris desde hace un año,y también tengo una portera , Fernanda,,que me recuerda a la de la peli, las trufas sin palabras,,,en ningún idioma
ResponderEliminarMuchas gracias a todos. Las trufas, cuando menos, curiosas. La pelo, por supuesto, en francés y el libro un bonito recuerdo de una amiga. Besos
ResponderEliminarManuda pinta Linda! he llegado a tu cocina de blog en blog, ya sabes paseando, cotilleando....en fin, que como lo que he encontarado me gusta mucho, me quedo de seguidora,espero que podamos intercambiar recetinas y nos veamos a menudo....por mi parte me quedo un ratito mas.....Besicos
ResponderEliminarhttp://anicaensucocina.blogspot.com/
Me encantó el libro, mucho, mucho y también me gustaron estas trufas tan "extrañas" aunq en casa no fueron del todo bien recibidas :)
ResponderEliminarbss menudo blog q tienes, me encanta