domingo, 29 de agosto de 2010

Deslumbramiento

 
 
 
Señora de rojo sobre fondo gris
 
Señora de rojo sobre fondo gris es una novela del escritor Miguel Delibes fallecido el 10 de marzo de este año. Delibes es una de las grandes figuras de la literatura española posterior a la Guerra Civil y llegó a ocupar el sillón “e” en la Real Academia de la Lengua. Comenzó a  trabajar como columnista en el diario El Norte de Castilla pero poco a poco fue dedicándose en exclusiva a la literatura siendo reconocido con el  Premio Nadal o el Premio Cervantes.
 
Uno de los acontecimientos que marcó su vida fue la muerte de su mujer en 1974, al parecer ello le llevó a escribir esta novela en 1976, aunque su publicación tuvo lugar en 1991. Se trata de un monólogo llevado a cabo por un pintor que va contando a su hija los recuerdos de su matrimonio con Ana, la detención de ella (la hija con la que habla) y su marido. El protagonista, Nicolás, comienza diciendo :”No ignoro que el recurso de beber para huir es un viejo truco pero, ¿conoces tú  alguno más eficaz para escapar de ti mismo?” y a partir de aquí se desarrolla una entrañable narración en donde nos paramos a leer y  releer fragmentos y frases tan reveladoras como esta. El pintor demuestra su enamoramiento total de Ana, esa mujer que consigue sumergirle en una fuerte crisis creativa, porque “aligeraba la pesadumbre del vivir” y porque “había  en ella una suerte de deslumbramiento infantil ante lo nuevo-bello que rayaba en fetichismo”.
 
 
El título de la obra obedece a el nombre de un cuadro que el pintor García Elvira realizó para Ana. Ella aparecía con un vestido rojo de cuello redondo y sin mangas, el fondo del cuadro fue eludido y una simple mancha gris supo expresar el carácter de esta mujer: el gris triste y rutinario queda olvidado ante la luz de Ana.
 
 
Poco a poco esta luz de Ana se va apagando, aparecen los síntomas de una enfermedad que la lleva a perder sus capacidades pero no su alegría y las ganas de disfrutar de las cosas bellas que la vida nos regala “ordinariamente la encontraba escuchando música o leyendo un libro era siempre el mismo, los poemas de Ungaretti”.
 
 
Morir como las alondras sedientas
En el espejismo.
O, como la codorniz
Una vez atravesando el mar
En los primeros arbustos…
Pero no vivir del lamento
Como un jilguero cegado


lunes, 23 de agosto de 2010

No diga más y juegue

 
El Apartamento es una película de 1960 dirigida por Billy Wilder: y este verano ha cumplido 50 años (se estrenó el 15 de junio en Nueva York, a España llegó el 19 de diciembre de 1962). Es un de mis preferidas, sobre todo, porque es tierna y conmovedora; me encanta. Como sabéis, cuenta la historia de un trabajador de una gran empresa con ganas de ascender, para lo que hace ciertos tratos con sus jefes, a la vez que se enamora de una guapa ascensorista. Básicamente es una película contemporánea que narra la vida de muchos hombres de ese momento y también de ahora; una mezcla de drama y comedia que nos deja pegados a la pantalla. El personaje de Jack Lemon; C. C. Baxter es adorable, incapaz de decir no, como el mismo dice : “yo era Robinson Crusoe y, de repente, he visto una huella en la arena”. Esa huella es la que le lleva a decidirse entre la razón y el corazón, entre el anhelo y la conveniencia y recibe el nombre de señorita Kubelik. El papel es representado por una  Shirley MacLaine, capaz de demostrarnos su entusiasmo y su desilusión con una simple mirada enmarcada en su dulce rostro. Kuebelik tarda más en encontrar la huella, pero lo hace y nos regala un final maravilloso y redentor.
 
 

Es una historia que habla también de la soledad y de lo decepcionante que puede ser el “gran sueño americano”, de la alegría y tristeza, de la miseria y grandeza, del realismo y los sueños…Tuvo un gran éxito (aunque nos interese menos) en la Academia de Cine y consiguió cinco Oscars. Está rodada en blanco y negro y su banda sonora es una de las mejores de la historia del cine.
 
 

 
 
 
 
 

 
 
 
También es una película de donde podemos extraer bastantes apuntes gastronómicos. He elegido el café porque está hecho por Baxter para despertar y hacer volver a la realidad a la señorita Kubelik, pero me parece impagable y estará siempre en nuestra memoria cinematográfica la escena de la raqueta como escurridor para los espaguetis. Además es entrañable y significativa la de la cena precocinada mirando la tele; es una de las imágenes que lo dice todo sobre este fantástico hombre.

Los 50 años son una excelente excusa para volver a ver esta deliciosa película tomando un dulce café “affogato”. ¿La vemos?