Señora de rojo sobre fondo gris
Señora de rojo sobre fondo gris es una novela del escritor Miguel Delibes fallecido el 10 de marzo de este año. Delibes es una de las grandes figuras de la literatura española posterior a la Guerra Civil y llegó a ocupar el sillón “e” en la Real Academia de la Lengua. Comenzó a trabajar como columnista en el diario El Norte de Castilla pero poco a poco fue dedicándose en exclusiva a la literatura siendo reconocido con el Premio Nadal o el Premio Cervantes.
Uno de los acontecimientos que marcó su vida fue la muerte de su mujer en 1974, al parecer ello le llevó a escribir esta novela en 1976, aunque su publicación tuvo lugar en 1991. Se trata de un monólogo llevado a cabo por un pintor que va contando a su hija los recuerdos de su matrimonio con Ana, la detención de ella (la hija con la que habla) y su marido. El protagonista, Nicolás, comienza diciendo :”No ignoro que el recurso de beber para huir es un viejo truco pero, ¿conoces tú alguno más eficaz para escapar de ti mismo?” y a partir de aquí se desarrolla una entrañable narración en donde nos paramos a leer y releer fragmentos y frases tan reveladoras como esta. El pintor demuestra su enamoramiento total de Ana, esa mujer que consigue sumergirle en una fuerte crisis creativa, porque “aligeraba la pesadumbre del vivir” y porque “había en ella una suerte de deslumbramiento infantil ante lo nuevo-bello que rayaba en fetichismo”.
El título de la obra obedece a el nombre de un cuadro que el pintor García Elvira realizó para Ana. Ella aparecía con un vestido rojo de cuello redondo y sin mangas, el fondo del cuadro fue eludido y una simple mancha gris supo expresar el carácter de esta mujer: el gris triste y rutinario queda olvidado ante la luz de Ana.
Poco a poco esta luz de Ana se va apagando, aparecen los síntomas de una enfermedad que la lleva a perder sus capacidades pero no su alegría y las ganas de disfrutar de las cosas bellas que la vida nos regala “ordinariamente la encontraba escuchando música o leyendo un libro era siempre el mismo, los poemas de Ungaretti”.
Morir como las alondras sedientas
En el espejismo.
O, como la codorniz
Una vez atravesando el mar
En los primeros arbustos…
Pero no vivir del lamento
Como un jilguero cegado
En el espejismo.
O, como la codorniz
Una vez atravesando el mar
En los primeros arbustos…
Pero no vivir del lamento
Como un jilguero cegado