sábado, 29 de agosto de 2015

Devoción por Faulkner


“Sobre el Atlántico avanzaba un mínimo barométrico en dirección este, frente a un máximo estacionado sobre Rusia; de momento no mostraba tendencia a esquivarlo desplazándose hacia el norte. Los isotermos y los isóteros cumplían su deber. La temperatura del aire estaba en relación con la temperatura media anual, tanto con la del mes más caluroso como con la del mes más frío y con la oscilación mensual aperiódica. La salida y la puesta del sol y de la luna, las fases de la luna, Venus, del anillo de Saturno y muchos otros fenómenos importantes se sucedían conforme a los pronósticos de los anuarios astronómicos. El vapor de agua alcanzaba su mayor tensión y la humedad atmosférica era escasa. En pocas palabras, que describen fielmente la realidad, aunque estén algo pasadas de moda: era un hermoso día de agosto del año 1913."




Este es el maravilloso comienzo de El hombre sin atributos de Robert Musil, y hoy es un hermoso día de agosto del año 2015. Agosto es el mes de vacaciones por excelencia, aunque se me hace una cuenta atrás de aceleración creciente, una carrera que nos lleva al final del verano que se agota como se apaga también la luz de agosto.


Luz de agosto es una conocida novela da Faulkner. William Faulkner nació en Estados Unidos a finales del siglo XIX y  ganó el premio Nobel de literatura en 1950 por su profundidad emocional y psicológica. Sus obras más importantes, además de las que os hablo hoy, son El ruido y la furia, Mientras agonizo o ¡Absalom, Absalom!; recordad la escena de Amanece que no es poco con el gran José Sazatornil, Saza, recientemente fallecido, que ha hecho más que nadie, al menos en el mundo de habla española por dar a conocer la obra de Faulkner y su Luz de agosto


Pues en este pueblo tenemos “verdadera devoción por Fulner” (llévense primero ambas manos al nivel de los hombros y únase el índice con el pulgar para proceder a continuación a separarlos con rapidez cuando estén a la altura de los ojos, aunque mejor será disfrutar de la interpretación de Saza) y de eso va este post, de Faulkner y Luz de agosto. Encuentro dos ejes principales en la novela:  por un lado, la historia de  Lena, una chica que queda embarazada y sale a buscar al padre de su hijo y, por otro lado, la de Joe Christmas, un hombre negro que también comienza una búsqueda.


En el libro queda claro que lo importante no es la raza, y, añado yo, ni el tamaño, o la apariencia; lo importante es el concepto que tenemos de nosotros mismos: tomar conciencia de lo que somos, porque eso es lo que transmitimos a los demás y es la herramienta más importante que poseemos para relacionarnos con autenticidad.


La receta que he elegido para esta luz que declina, porque el título sugiere más el atardecer que la primera hora, he hecho una ensalada de patatas fritas con menta y cilantro; es un sabor fresco, apropiado para  el  mes de agosto, y las hierbas aromáticas le dan un toque luminoso, pero ala vez nos deja ver un amarillo más intenso, al final de una estación, el verano, que se agosta en estos días mientras la luz de los árboles nos dice “cuánto camino se puede hacer en poco tiempo”. Las patatas, tan ligadas a la tierra, aparecen en Luz de agosto y tiene algo de la autenticidad que Faulkner consiguió  en los personajes de su obra. También nosotros buscamos la luz, aunque decline.