“Sobre el Atlántico avanzaba un mínimo barométrico en
dirección este, frente a un máximo estacionado sobre Rusia; de momento no
mostraba tendencia a esquivarlo desplazándose hacia el norte. Los isotermos y
los isóteros cumplían su deber. La temperatura del aire estaba en relación con
la temperatura media anual, tanto con la del mes más caluroso como con la del
mes más frío y con la oscilación mensual aperiódica. La salida y la puesta del
sol y de la luna, las fases de la luna, Venus, del anillo de Saturno y muchos
otros fenómenos importantes se sucedían conforme a los pronósticos de los
anuarios astronómicos. El vapor de agua alcanzaba su mayor tensión y la humedad
atmosférica era escasa. En pocas palabras, que describen fielmente la realidad,
aunque estén algo pasadas de moda: era un hermoso día de agosto del año
1913."
Este es el maravilloso comienzo de El hombre
sin atributos de
Robert Musil, y hoy es un hermoso día de agosto del año 2015. Agosto es el mes
de vacaciones por excelencia, aunque se me hace una cuenta atrás de aceleración
creciente, una carrera que nos lleva al final del verano que se agota como se
apaga también la luz de agosto.
Luz de agosto es una conocida novela da
Faulkner. William Faulkner nació en Estados Unidos a finales del siglo XIX y ganó el premio Nobel de literatura en 1950 por su profundidad emocional y psicológica. Sus obras más importantes, además de las que os hablo hoy, son El ruido y la furia, Mientras agonizo o ¡Absalom, Absalom!; recordad la escena de Amanece
que no es poco con el gran José Sazatornil, Saza, recientemente fallecido, que ha hecho
más que nadie, al menos en el mundo de habla española por dar a conocer la obra
de Faulkner y su Luz de agosto.
Pues en este pueblo tenemos “verdadera devoción por
Fulner” (llévense primero ambas manos al nivel de los hombros y únase el índice
con el pulgar para proceder a continuación a separarlos con rapidez cuando
estén a la altura de los ojos, aunque mejor será disfrutar de la
interpretación de Saza) y de eso va este post, de Faulkner y Luz de
agosto. Encuentro
dos ejes principales en la novela: por un lado, la historia de Lena, una chica que queda
embarazada y sale a buscar al padre de su hijo y, por otro lado, la de Joe
Christmas, un hombre negro que también comienza una búsqueda.
En el libro queda claro que lo importante no es la
raza, y, añado yo, ni el tamaño, o la apariencia; lo importante es el concepto
que tenemos de nosotros mismos: tomar conciencia de lo que somos, porque eso es
lo que transmitimos a los demás y es la herramienta más importante que poseemos para relacionarnos con autenticidad.
La receta que he elegido para esta luz que declina,
porque el título sugiere más el atardecer que la primera hora, he hecho una
ensalada de patatas fritas con menta y cilantro; es un sabor fresco, apropiado
para el
mes de agosto, y las hierbas aromáticas le dan un toque luminoso, pero
ala vez nos deja ver un amarillo más intenso, al final de una estación, el
verano, que se agosta en estos días mientras la luz de los árboles nos dice “cuánto
camino se puede hacer en poco tiempo”. Las patatas, tan ligadas a la tierra,
aparecen en Luz de agosto y tiene algo de la autenticidad que Faulkner
consiguió en los personajes de su obra.
También nosotros buscamos la luz, aunque decline.