El
final de las vacaciones me pone triste: se acaban los desayunos relajados
leyendo o escribiendo, las mañanas ociosas, las tardes de descanso y las noches interminables;
siempre me pasa así: la vuelta es dura. Sin embargo, el final de estas
vacaciones ha sido diferente; de hecho, era mi objetivo principal y mi meta en
estos días de asueto.
Gracias
a mi amiga Rosana, que me puso en
contacto con Xabier de la Maza, he
podido disfrutar de unos días maravillosos en San Sebastián. Xabier es uno de
los tres componentes de La Salsera, un
grupo inquieto dedicado entre otras muchas cosas a difundir el amor y la magia
del pan verdadero. Lo que me encanta de ellos es que ponen tanto entusiasmo en
las cosas que creen, que consiguen comunicar esa sensación a todos los
demás. Sí, es mucha la energía que han
invertido puesto que han sido capaces de traer a Dan Lepard tres meses a San
Sebastián para hacer pan en The Loaf in a Box,
una panadería pop-up, como ellos la llaman, porque es temporal. Dan es el
reconocido autor del libro Hecho a mano y
escribe una columna
semanal en The Guardian. Al frente de la panadería también se encuentra Ibán Yarza (traductor del libro de Lepard
y creador del El foro del pan, (también
entre otras cosas) y durante todo este tiempo ha habido y hay cursos relativos
al pan, la masa madre etc. con Dan con Ibán Yarza y con panaderos y profesionales del pan de
toda España. Además, hay unos chicos prometedores con un futuro “panarra”
alucinante como Carmen, Antonio, David, Carlos, Egotiz…
Pues
gracias al detalle de Rosana y al detalle de Xabier he estado tres días
trabajando de voluntaria en esta “caja” en la que se hace un pan maravilloso y
un trabajo encomiable; con ellos he aprendido, me he reído, he disfrutado y he
compartido uno días intensos y, por supuesto, inolvidables. Desde hacer masa
madre, amasar, formar panes, greñarlos, introducirlos y sacarlos con la pala (y
casi muero en el intento por su peso); trabajo
duro el de estos chicos que hacen una variedad de piezas increíbles:
extreme y clásico todos los días, y los especiales: focaccias, pan de nueces,
de tomate y semilla de amapolas, de olivas, bizcochos, tartaletas… Todo vendido
al instante, con colas en la puerta. Desde luego, The Loaf es un lugar de
encuentro: profesionales de diferentes origen, aficionados que vienen a conocer
a Lepard e interesarse por The Loaf, curiosos que descubren que se puede hacer buen pan a buen precio. Sí, se puede.
Aquí les dejo mi agradecimiento sincero.
La “rentrée”,
el final de las vacaciones, pero esta vez no tan triste como otras veces porque
me han transmitido que poniendo empeño y coraje en aquello que sueñas, en lo
que persigues puede hacerse realidad. ¡A luchar!