Cy Twombly es un pintor y escultor estadounidense aún vivo e identificado como representante del expresionismo abstracto. Estudió arte en Boston y Nueva York ciudad en la que conoció a Motherwell y Franz Kline. Compartió estudio con Rauschenberg y muy pronto se marchó a Roma (allí reside aún), un lugar que ha marcado su pintura en relación a los mitos y tradiciones de la Antigüedad, por eso, desde que se instaló allí, su pintura se vuelve más original, incluso hay quienes consideran que abandona el expresionismo abstracto y comienza a nutrirse de la poesía, la mitología y la historia.
Me apasiona de Twombly su estilo caligráfico y la mezcla de dibujo y pintura donde expresa muchas cosas de una forma sutil y delicada. Una de las primeras obras suyas que pude contemplar es esta de la que os voy a hablar y desde que la descubrí estoy prendada de su pintura.
Después he tenido la suerte de ver muchos de sus otros lienzos y esculturas (por ejemplo, muy cerca, en el Guggenheim de Bilbao hay una espléndida serie sobre Cómodo ) y siempre siento una atracción magnética hacia su obra.
Durante el verano del 2008 disfruté de un viaje a Londres, allí por primera vez se exponían dos de los ciclos más importantes del artista dedicados a “Las Cuatro Estaciones” para celebrar su 80 cumpleaños. Cada ciclo está formado por cuatro enormes lienzos sobre cada una de las estaciones y todos son maravillosos; mi preferido, el otoño.
Con una simples pinceladas, borrones y con una maestría inigualable Twombly nos habla de la vendimia, de las ciruelas, del viento y la lluvia que nos trae el otoño, de la melancolía y la nostalgia; de la muerte, de la caída pero también de la vida y el resurgimiento; de la resurrección. ¿Acaso no bebemos el vino una vez las uvas han muerto?
Twombly pintó estos lienzos en Bassano para celebrar el festival del vino; por eso, también encontramos referencias a Baco y su sátiro Sileno. Celebremos la fiesta del vino porque nuestra vida también está sujeta a los ciclos y el otoño no tiene porqué ser el principio del fin sino que puede ser el comienzo de la felicidad.